Olvido

Si olvidar fuera tan fácil entonces quizás esa palabra no existiera en el diccionario.

No se olvida nada de lo que se ha vivido y todo lo vivido deja huellas en nosotros, a veces profundas, a veces casi invisibles pero siempre están ahí.

Estas frases parecían retumbar en su cabeza desde el medio día de ese jueves; en un inesperado desenlace de eventos ella había decidido no venir. Era totalmente sorpresivo. Esas cosas se ven llegar, se empiezan a sentir en el pecho y en el vacío en el estómago, pero esta vez  no. Quizás él sólo quiso creer que ese día nunca llegaría y decidió que se postergaría de manera indefinida, pero ella tenía otros planes.

La conversación fue corta, después de dos frases que fueron como abrebocas a la letal resolución emitida sin titubeos, lo demás fue sólo protocolo. No había mucho para decir y él no pudo decir nada tampoco, era obvio que ella tendría sus razones y no era ni el momento ni la situación para argumentar, sólo se mostró sorprendido, no lo esperaba ese día, son de las cosas que uno nunca se espera.

Después de unos instantes el vacío se hizo abismal,  las piernas le temblaban y tuvo que sentarse por un momento para encontrar algo de calma; su pulso estaba acelerado y las lágrimas se agolpaban en el borde de sus ojos hasta que estallaron buscando salida desconsoladamente. En una mala jugada de su mente que le provocó un cambio intenso de sentimientos, las memorias lo atiborraron de historias y se dijo a si mismo que eso simplemente no podía estar pasando. Era imposible, ¿Qué se supone que iba a hacer? Buscó razones y no encontró ninguna o por lo menos ninguna válida. Simplemente no podía ser; se acercó hasta el bar y dispuso un vaso corto de cristal, tomó una de sus botella preferidas de whisky, lo pensó unos segundos y dejando el vaso de lado se apuró un trago largo directamente de la botella; el licor pasó por su cuerpo cumpliendo con el efecto deseado: rasgó todo a su paso y revolvió su vientre con violencia, el trago le produjo el ansiado resultado de reemplazar el dolor del alma por uno físico, uno que pudiera quitarse luego. ¡No puede ser! Exclamó.

Con el tiempo y miles de tragos más empezó a sentir algo que quizás le iba a ayudar en toda esa situación: se molestó profundamente por sentirse como el único culpable. Al fin de cuentas estas cosas terminan pasando por algo. ¿Por qué él tendría que cargar con toda la culpa? Él sentía que había hecho todo su esfuerzo, que si bien no había dado todo de sí, por lo menos y dentro de sus posibilidades había agotado todas las opciones y estaba apostando porque todo funcionara. Eso definitivamente no era suficiente para la vida y eso también terminó por ofuscarlo. Cada mañana se levantaba y buscaba esas últimas palabras que le recordaban su decisión de no estar ahí con él. Se recargaba de motivos para no flaquear, odió todo y a todos, le recriminó al cielo la injusticia y se declaró exiliado. Cuando su mente estaba por traicionarlo acudía a las últimas palabras y con el sentimiento de ira que cada vez se hacía más débil, pasaban los días, aunque ese esquivo propósito de olvidar aún estaba lejos de cumplirse.

Cuando la rabia terminó por abandonar su mente y de nada parecían servir los recuerdos negativos que se creaba y su pelea con el universo, se encontró solo una tarde y decidió hacer la paz consigo mismo. Entendió que era definitivo, que a pesar de no poder olvidarla, ella parecía haber seguido con su vida, una de la que él  ya no era parte, una que extrañaba con todas su fuerzas; sintió de nuevo un vacío doloroso, sintió que tenía que pararse o se iba a quedar de por vida prostrado sin volver a sonreír. Decidió perdonarse por todos los errores que pudo haber cometido, le pidió perdón por el daño que pudo haberle hecho y la perdonó por no quedarse, por tener otros planes. Quiso comprender en medio del dolor que aún lo embargaba que hay historias que están escritas y que se hicieron para ser cumplidas. Buscó en su Dios consuelo y en la oración un hombro para llorar y un amigo para ser escuchado. Decidió finalmente negociar consigo mismo y con el universo un cese a todas las hostilidades.

Los meses habían pasado y despojado del orgullo y de la rabia se encontró lleno de dolor, ensimismado, absorto. No salía mucho y cuando lo hacía, pocas veces interactuaba con la gente. Se acostumbró a encontrar excusas para no aceptar, se dijo enfermo, ocupado, poco interesado para rechazar todo lo que le proponían. Cada vez más, buscaba en sí mismo la fuerza para salir de ese abismo donde parecía hundirse sin remedio. Una tristeza infinita deambulaba por su cuerpo, le partía los huesos en un rictus agónico que le hacía prácticamente imposible respirar. Sabía que estaba en una espiral descendente pero también entendía que aún no había llegado al final. Desprovisto de cualquier otro sentimiento que no fuera dolor, siguió buscando ese fondo que sirviera como resorte para por fin y de una buena vez por todas rebotar a la superficie. Sabía que estaba jugando con un enemigo peligroso, sabía que en cualquier momento podía quedarse a vivir en la tristeza y no volver jamás. Esa certeza le ayudó a tener siempre un referente, una esperanza, algo que lo ligara a este mundo y a todo lo que aún le faltaba por vivir; así, de la mano de su esperanza y con el corazón hecho añicos, empezó a sanarse.

Eran las seis de la mañana y mientras leía las noticias en su teléfono y agotaba a sorbos la taza de café caliente, la recordó de nuevo. Le pareció escuchar su risa y sentir su abrazo con el que lo sorprendía cada nuevo día. Esta vez sin embargo, no sintió esa punzada que parecía crearse en su estómago y volar hacía su cerebro no sin antes recorrerle todo el cuerpo. Por primera vez en mucho tiempo vio su propio reflejo en la pantalla del celular sin esbozar una mueca de tristeza o sin el ceño fruncido por la rabia. Se vio tranquilo, en paz. Dejó escapar una sonrisa leve que quiso apagar rápidamente como si tuviera temor de traicionar sus recuerdos. ¿Sería posible que hubiera olvidado? ¿Sería acaso posible que hubiera desaparecido todo aquello por lo que pasó en el último año y mágicamente haber arrancado su mente de cero? En unos instantes de confusión volvió a experimentar todos aquellos sentimientos que ya se habían hecho tan frecuentes en él: su completo rechazo a todo lo que había pasado, su rabia con todo el universo, la tregua a la que había llegado consigo mismo después de muchas noches en vela, la profunda tristeza que lo había llevado casi a abandonarse y esta sensación extraña de recordar todo pero con otra óptica, con otro vestido, con otra manera de verse y verlo todo. Jamás podría olvidar pero no era eso lo que buscaba y por fin lo había entendido: ¡Quería sanarse! Era ineludible sentir dolor, tener nostalgia, extrañarla más que a cualquier cosa en este mundo; no buscaba olvidarla, quería recordarla en paz, desearle lo mejor y seguramente encontrarla más adelante.

 

10 comentarios sobre “Olvido

  1. Olvidar… No creo, Sanar, SI!
    Como lo dices no es fácil olvidar y al final, lo único que deseas es tener paz… esa paz la logras sanando.
    No puedes olvidar momentos, experiencias, vivencias y si que menos sentimientos; los transformas, los pones en esa carpeta llamada «recuerdos» y simplemente aceptas…
    Toma su tiempo, y es duro, vives etapas, rabia, tristeza, miedo.. pero como todo, es pasajero, son momentos y como todo momento en tu vida pasa!
    No olvidamos, eso creo yo! Más bien aceptamos que hay un final, que hay una pausa o en muchas ocasiones un inicio, de qué? De conocernos nuevamente y empezar con eso que acabamos de aprender!

    Excelente Tema!
    Un abrazo!

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  2. Después de leer ésta publicación tengo mas expectativas de tener en mis manos tu libro. Cuándo vamos a poder leerlo? una historia de amor, escrita con palabras bonitas, llenas de sentimiento y una buena trama… creo que se te daría muy bien algo así, yo estaría en primera fila para comprarlo.

    En cuanto al dolor de tener que olvidar, pienso que empezar a traer los recuerdos sin unir el sentimiento, nos va facilitando la cosa.

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  3. «perdoname si te echo al olvido
    perdoname aunque te sueñes conmigo
    el amor es tan corto y el olvido tan largo»
    Fonseca ft Willie Colón- Estar lejos

    Me encanta la última frase de esta canción, y tienes toda la razón, no es fácil ovidar, es un proceso que requiere de valentía para poder recordar todo con ojos de satisfacción por lo aprendido, casi siempre viene ligado a sentimientos profundos que marcaron nuestras vidas y/o personas que dejaron huellas, todo está en soltar y desligar esos sentimientos.

    Que historia tan bella y te felicito!!

    Anabel G.

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  4. Me hiciste llorar y pensar. Cuando se termina el olvido y comienza la sanacion? Esa línea muy fina y casi invisible nos ahoga num dolor, por veces dejado a un ladito y por otras fuerte en nuestras mentes.
    Estaré en la fila muy ansiosa para ter tu libro firmado y exclusivamente para mí. Escribes hermoso y nos toca hondo. Ya apúrate con ese libro compadre.1

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    1. Eve, hermosas palabras, muchas gracias!
      Es una delgada línea en la que te debates entre el dolor más insoportable y la esperanza férrea de curarte. No hay un tiempo fijo, no hay una receta, a veces simplemente no hay cura!
      Con todo el cariño del mundo te lo firmo, será un honor para mí que lo leas
      Besos

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  5. Primero tengo que decir que me gustó mucho tu estilo de escribir sobre este tema; es evidente que tienes una mente muy capaz y diversa y te felicito por eso.

    Olvidar… Para mí el olvidar es un proceso natural y tranquilo; pero que se toma su tiempo. Vivimos nuestra vida por etapas que vamos cumpliendo y cerrando; por lo que es lógico ir dejando atrás experiencias y vínculos con personas que hemos conocido; y aunque no deja de ser un poco nostálgico; esto es algo que hacemos constantemente y a lo que no es necesario imprimirle sufrimiento.

    Sin embargo no todo es tan sencillo; aveces nos involucramos de más y cuando las cosas salen mal no sabemos cómo manejarlo; queremos abandonar lo que nos entristece profundamente; pero si tiene ese poder es porque se lo dimos y para eso, en su momento tuvo que habernos dado muchas cosas buenas también (las cuales no deberíamos desconocer), el tema es que ahora es diferente; y por eso es necesario aceptar los cambios y también nuestra responsabilidad en ellos.

    Nos duelen profundamente y por lo general luchamos por dejar atrás lo que sentimos cuando se nos presentan eventos que llegan a ser trascendentales para nuestra vida. Y es normal querer hacer algo contra ese sentimiento de desconsuelo; el problema está en que cuando sentimos dolor o nos hace daño recordar algo o a alguien, decidamos empeñarnos tercamente en obligarnos a querer borrarlos a sabiendas que están muy arraigados en nuestros pensamientos; debemos entender que si eso pasa, es porque nos importa de verdad, porque aún tenemos comprometidos allí fuertes sentimientos o porque existe todavía algún asunto pendiente por solucionar y siendo así, el camino acertado no es intentar abandonar las memorias, porque queramos o no, estás vendrán de vuelta; si pretendemos estar mejor; la vía más sana es trasformar lo que sentimos. Siempre vamos a tener buenos y malos recuerdos de lo importante que nos ha pasado en la vida; pero cada quien decide el balance con el que se queda al final. Sin importar lo que haya sucedido, depende solo de nosotros escoger si dejamos que lo que nos llegue cuando pensamos en eso o en ese alguien venga del corazón y traiga cosas lindas o sea algo negativo que nos indisponga.

    Sé que «el papel aguanta todo», y que esto suena fácil acá, pero no estoy diciendo que lo sea. El hecho de llegar a experimentar esa necesidad de desconocer recuerdos encierra muchas emociones con las cuales es difícil lidiar porque hacerlo trae consigo nostalgia, vacío, dolor y mucha tristeza y estás sensaciones se tienen que sufrir; es necesario pasar por el proceso completo, desde donde peleamos, no entendemos, nos valemos de la rabia, nos ponemos mal, nos volvemos víctimas culpando a los demás y también a nosotros mismos. Tenemos que hacer esa catarsis, trabajar esa purga de sentimientos negativos; donde es fundamental perdonar y perdonarnos para luego poder aceptar lo que pasó, encontrarle un sentido y poder quedarnos con lo positivo. También es primordial desahogarnos para luego sumar el valor para levantarnos, para empezar a cambiar la actitud por una que nos haga sentir mejor.

    Pasar por ese tipo experiencias es difícil; pero podemos salir adelante y sanarnos, que para mí no es otra cosa que recuperar el balance de nuestras emociones; sin embargo, debemos tener en cuenta que hay personas con las que esto es todavía más complicado o simplemente no aplica…

    Me se la teoría que todo está y depende en exclusiva de nosotros mismos; pero es innegable que los demás juegan un papel esencial en nuestro bienestar, y aunque siempre podemos decidir mantenernos bien y hasta podemos simular estarlo, la realidad va por dentro y solo a nosotros nos encara lo que sentimos de verdad… Nos encontramos con personas que se nos cruzan para quedarse, para no ser superadas jamás; son personas que se meten en lugares que antes ni siquiera nosotros mismos sabíamos que existían, nos conquistan y dejan huellas imborrables e irremplazables en nosotros, se vuelven protagonistas de nuestro destino y sin pensarlo creamos con ellos lazos emocionales eternos. Es allí donde entran las personas que sin permiso se alojan en el alma.

    No hay consejo para manejar la pena de perder a alguien así; solo sé que el olvido es imposible y lo mejor es ni siquiera intentarlo. Es probable que (de ser posible) lo más sano sea pelear hasta el final, creyendo y sin perder la esperanza de recuperar lo que se tenía; igual nunca se sabe, ahora tal vez no era el momento, pero después quizás si. Pero claro, evitando el sufrimiento y sin dejar de vivir. Y si a la final termina siendo un adiós definitivo, soltar pero sin resentimientos, sin culpa; con buenos deseos; seguramente nos demoremos mucho más de lo normal para estar mejor, pero aunque siempre existirá algo o más bien mucho de esas personas en nosotros, llegara el momento en que podamos manejar la tristeza por su ausencia.

    Para aquellos que no nacieron para ser «olvidables» en mi vida y que aún están acá, quiero decirles que no importa lo que suceda, siempre van a contar conmigo!

    Y a ti Luis también te deseo todos los éxitos con ese libro y con el resto de proyectos!

    Mia !

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    1. Gracias Mía
      Todas esas fases que se experimentan con una pérdida, las que tú mencionas y las que yo reflejo en la entrada, son un proceso que te ayuda a vivir la dura tarea de olvidar.
      No se puede olvidar del todo pero a veces cuando es irremediable se puede continuar con la vida, Buscaglia decía qué hay que «matar» mentalmente lo que queremos olvidar, erradicar de la mente todo recuerdo diciéndonos que la pérdida es definitiva. Sin embargo la mayor parte del tiempo vivimos en una lucha interna en la que no queremos olvidar porque deseamos con todas nuestras fuerzas volver a tener lo que perdimos y en la que tratamos de seguir adelante con nuestras vidas. De lo que guarde nuestro corazón dependerán las acciones que tomemos. No hay receta general y cada uno vive su propio proceso y en ese camino se aprende demasiado.
      Gracias de nuevo por tus comentarios
      Feliz fin de semana
      Luis

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