¡Me dijo papá!

Uno sabe esas cosas, las presiente o las adivina, como quieran Uds. Llamarle. Desde que me di cuenta que iba a ser papá sabía que era una niña; sucedió en un aeropuerto mientras esperaba una conexión, claramente sentí como alguien pequeñito me avisaba que por fin venía a visitarnos.

Fueron cuarenta semanas de espera y desespero, de afán porque todo estuviera bien, de angustia por alguna tardanza y por algunas siestas exageradas que serían el presagio del presente. Siestas que se pasaban con chocolate, sustancia que tenía el poder de hacerle latir el corazón con más fuerza y que hoy en día también genera efectos similares. Yo le hablaba y le cantaba de todo, inventaba canciones de cuna e historias que contaba sin saber con certeza si había eco del otro lado pero si con la esperanza de que esa pequeñita se acostumbrara a mi tono de voz.

El día del ¨milagro de Abril¨ llegó finalmente y de las manos de una enfermera algo impaciente, mi hija lloraba con todas las fuerzas y el aire que podían salir de su pulmón. Hola preciosa, le dije con el mismo tono de voz que por tanto tiempo había usado, pero esta vez, muy cerquita a ella; cómo si hubiera pronunciado un hechizo milenario y efectivo, el llanto desapareció y su cabecita se levantó para tratar de ubicar esa voz, quizá familiar, quizá diferente. ¡Lo reconoció! Dijo la enfermera con algo de asombro y antes de que yo pudiera disfrutar completamente mi momento, el llanto irrumpió con mayor fuerza que antes. Esa fue mi definición de felicidad.

Caminaba dando tumbos y bamboleándose con una sonrisa hermosa que siempre me derritió mientras me lanzaba sus manitos, llegaba tirándose justo en el último momento a sabiendas que su súper héroe – en ese entonces todavía lo era- la rescataría en sus brazos. Me sonreía y empezaba de nuevo, iba y venía por la sala como conociendo, como adueñándose de todo mientras regalaba sonrisas y amor a su paso. Se tomó confianza y avanzaba con mayor rapidez, en ese último paso se aventuró a lanzarse un instante antes y sus pequeños pies no le respondieron, tampoco lo hizo su súper héroe y su sonrisa se volvió una mirada de ¿por qué no me rescataste papá? Esa fue mi definición de dolor.

Estaba haciendo cualquier cosa de esas que siempre me mantenían ocupado cuando escuché unos pasos acelerados por las escaleras de madera y una voz exaltada. Esa sensación que sentía yo de niño me recorrió el cuerpo y me levanté como si hubiera tenido mil resortes sosteniéndome, descalzo, apurado y sólo usando un par de segundos para buscar mi billetera, me subí al carro con ella en el asiento de atrás, desmadejada y sin esa chispa en sus ojos que siempre tuvo, que aún me doblega. Corrí desafiando los límites de velocidad y mi propia pericia y de un solo movimiento, estacioné, bajé del carro y la tomé en mis brazos. Con mi cara descompuesta corrí hacia el personal de salud que de una manera que jamás voy a olvidar, la tomó de mis manos para atenderla con suma rapidez, no me preguntaron nombre ni me pidieron documentos ni se percataron de mi acento raro en un idioma que no era el mío, sólo la cuidaron mientras yo de una sola pieza me quedaba con el corazón en la mano. Esa fue mi definición de angustia.

Me dicen que soy un poco obsesivo, que me fijo en los detalles, que incluso puedo tener una patología. No sé porque lo dicen, creo que debe ser porque el agua tenía que estar lista a 34 grados centígrados exactos, medida con dos termómetros con sistemas de medición independientes, un minuto antes del baño, la toalla del lado izquierdo, el jabón del lado derecho y los patos en el agua. Si no eran así las cosas no había baño y todos en la casa marchaban al ritmo militar para asegurarse que así fuera siempre que bañaba a mi hija. Pueden decirme exagerado o loco pero ella tenía sus mejores baños de tina y para mí fue el mejor el día que terminó de caerse su cordón umbilical mientras yo con sumo cuidado la secaba. Esa fue mi definición protección.

Le hacía caras del otro lado de la silla de espera del restaurante  mientras aguardábamos por una mesa, le sonreía y le jugaba mientras ella me correspondía. Ella había dejado su Ipad de lado para jugar conmigo a lo lejos. De repente se concentró de nuevo en su mini pantalla y de alguna manera evitaba hacer contacto directo conmigo, pensé por un momento que algo le había molestado, intenté preguntarle haciendo muecas pero noté que su mirada se dirigía hacia otro lado de la sala de espera, noté que justo frente a ella había otro chico también con su Ipad en las manos y que se habían mirado un par de veces. Esa fue mi definición de «corazón partio.»

Nunca he querido ser el padre que dice que su hija es la mejor o la más linda o la más inteligente. Siempre le he dicho que haga su mejor esfuerzo y que si trabaja duro las cosas van a llegar. Que no se compare con nadie más que consigo misma y que siempre voy a estar apoyándola. Llovía muy fuerte y ese frío de la ciudad que parece congelarte parecía aún más implacable. Corría de un lado a otro, caía al piso y se levantaba al ritmo del pitazo de su profesora, tomaba el balón con sus manos, saltaba, caía de nuevo y se erguía sin tregua. Vino corriendo hacia mí totalmente empapada con su carita roja y su ropa llena de barro. Tomó un poco de agua y se aseguró de que yo no estuviera grabando. Esa fue mi definición de orgullo.

Tengo momentos muy especiales en mi vida, momentos que me han llenado de emociones, de respeto, de responsabilidad. He tenido la enorme felicidad de ser papá de dos maneras diferentes y he sentido todo lo que eso significa en su máxima expresión cuando me dijeron papá y cuando me dijeron tío.

¡Feliz día para mí!

A todos los papás, al mío, les deseo lo mejor, no sólo este día sino siempre, comparto con ellos la mezcla de sentimientos que como en una montaña rusa nos atraviesan desde que nos enteramos que vamos a ser padres. Un abrazo

Luis

6 comentarios sobre “¡Me dijo papá!

  1. Lo del ritmo militar…. emm creo que ese sigue por ahí vivo de vez en cuando, pero creo que eso es algo que sólo los que estamos cerca de ti y te conocemos en verdad, lo entendemos y sabemos llevar, al fin y al cabo va en las venas de los ortiz 😛 …. y creo que siempre serás llamado así, no solo por la chiquis sino por mi! Papá!

    Feliz Día! Te Amo hasta el infinito y mas allá! ❤

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  2. Hermosa manera de ilustrar las distintas emociones y Sentimientos que están implícitos en la paternidad. Yo creo que no nacemos siendo madres o padres, nos hacemos en el camino, cuando tomamos la decisión de serlo y lo asumimos con todo el amor y la responsabilidad del mundo que esto conlleva, viviendo cada situación y experiencia con intensidad, con la incertidumbre de saber si lo estamos haciendo como es y con la fe de creer que si, errando, atinando. En fin, papá, que palabra tan grande en todo lo que significa.
    Gracias, por ser un buen padre, por ser un padre de corazón para mi hija y asumir con amor y compromiso tu rol. Te quiero mucho, un abrazo hermanito.

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