Siempre vuelvo

Siempre vuelvo a tu abrazo a tu sonrisa

Desde siempre recuerdo lo que siento, cuando caí y me hice alguna herida, o cuando desperté con miedo de algún sueño.

 

Cuando las cosas no salieron tan bien durante el día

Cuando me sentí solo y sin aliento, siempre a tu lado sentí que podía y siempre me has impulsando a ir más lejos.

 

Sigues siendo mi madre, la de siempre.

Con la que alguna vez fui injusto y fui grosero, la que jamás se acostó brava conmigo, la que siempre me da su amor sincero.

 

Sigues siendo mi madre y yo tu niño.

Para ti sigo siendo aún pequeño, para mi sigues siendo la heroina. Le doy gracias a Dios porque estás viva y por tenerte cerca todo el tiempo.

 

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Siempre se vuelve al abrazo de la madre, no importa cuantos años tengas o en qué problemas estés, siempre vuelves y siempre te reciben con el mismo amor.

 

Feliz día mamis.

 

 

Una canción dedicada al desamor

 

No todas las historias de amor terminan en un ¨juntos para siempre¨. La realidad es que frecuentemente nos toca reparar el corazón después de haber dado todo por una relación. Te Condeno Al Olvido es una canción que nace en una historia que debió durar para siempre; nace en una de esas relaciones que todos pensamos que es perfecta y en la cual ambos son el uno para el otro.

Sin embargo la vida tiene su lado perverso y a veces se empeña en recordarnos que no hay nada escrito en piedra y que los sueños a veces terminan en pesadilla.

Muchas veces he dicho que las canciones no se escriben en un instante; las canciones son un recuento de todo lo vivido y lo sentido. Todas esas memorias que hacen parte de uno, salen a flote al momento de escribir. Esta es una canción basada en una historia real, de gente que se ama pero que decidió en una noche, en una situación, olvidarse de todo y fallarle a sus propios sentimientos.

Te Condeno Al Olvido está quizá hecha para cortarse las venas, pero es al final del día una declaración de amor eterno o más bien una última súplica. Porque uno nunca condena realmente a nadie al olvido, uno simplemente olvida y punto. No se necesita dedicar una canción para olvidar.

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Tengo el honor de conocer al maestro Cheo Andújar desde hace ya un par de años. Tremendo profesional, enamorado de su música y por supuesto de Leidy, quién se robó su corazón hace ya muchos años; un maestro en tarima y fuera de ella.

Siempre quise que aceptara interpretar una de mis canciones y en uno de esos saltos de la vida, este bolero son llegó a sus manos y le gustó. Estuve con él cuando, leyendo de su puño y letra los versos, la grabó en un estudio de Cali. En esta canción participaron maestros de la talla de Gustavo Rodríguez en los coros, Luis Bravo, Juanito, el mago de la precusión y Jorge Kiny Murillo, todos siguiendo los arreglos de mi compadre y amigo David Davinci Cruz.

 

P.D.

El olvido es una decisión, pero no se puede olvidar lo que uno insiste en amar para toda la vida.

Escuchen este bolero y compartan sus comentarios.

¡Feliz noche!

 

 

 

Nunca detenerse

¡Qué bueno volver¡

Hace mucho no me sentaba frente a esta pantalla que fue el repositorio de mis sueños, memorias y vivencias durante más de un año. Definitivamente se siente bien volver y sobre todo sentir que las palabras se agolpan queriendo salir como antes; que las ideas se vuelven letras y puedo de nuevo golpear el teclado sin pausa, con pasión, con ganas.

Ayer tuve de nuevo la fortuna de hablar con el maestro Carlos Cuto Soto. Genio, músico, productor y arreglista, quien ha trabajado con grandes estrellas entre las que se cuentan Luis Enrique, Tito Nieves y Jerry Rivera, a quien le produjo el disco Cuenta Conmigo, uno de los más vendidos en la historia de la salsa. El maestro Cuto y su orquesta La Isla Bonita cumplen 30 años de mantenerse vigentes en la salsa y tengo el honor de decir, que entre tantas estrellas con las que ha trabajado, él aceptó realizar los arreglos de algunas de mis canciones, obras que aún no han sido grabadas y que están ahí, guardadas, esperando salir a la luz en cualquier momento. Y hablando con él le contaba de la pausa que he hecho en mis sueños de música mientras termino otros proyectos totalmente diferentes. Con su voz pausada pero llena de la sabrosura boricua me dijo: ¨no te detengas, no te rindas, no te detengas¨.

Esas palabras me reconfortaron profundamente, no solo porque vienen de todo el talento y la experiencia de un maestro como él, sino porque siendo tremendamente sencillas, resumen el mantra de todos los que luchamos por lo que queremos en la vida. Nunca detenerse. Por más que las cosas se pongan difíciles, por más que la tormenta arrecie o la montaña se vuelva interminable, nunca detenerse.

Así que volví a escribir; como un mensaje para mí mismo que me recuerde que tengo cosas pendientes que también son importantes. Que por más que esté ahora en otro proyecto, no debo olvidar quien soy y la pasión que me mueve.

Precisamente, hablaba también hace unos días, con el Dr. Antonio Guzmán. Gran ser humano e integro profesional de la salud, sobre las pasiones. ¿La suya?  La medicina. Es un gran médico, pero además es un salsero de esos de zapato blanco; así que siempre hay tiempo para hablar de buena música con él. ¨No olvides tu otra pasión que es la música¨, me decía.

A veces el universo te manda mensajes con la gente que te aprecia, y el secreto está en escucharlos. Quizá tenga que seguir posponiendo por unos meses más todos mis planes, pero tengo claro que voy a retomarlos con más ganas que antes.

Para todos aquellos que tienen sus sueños en pausa, que tomaron un desvío o se permitieron retroceder un poco para volver más fuertes, para todos nosotros: se vale tomar un descanso, se vale desviarse por un momento, pero nunca se puede perder el norte o detenerse, jamás detenerse.

Feliz semana

P.D.

Hay gente en la vida con quien siempre vas a querer estar en contacto y que cuando sus saludos aparecen, irremediablemente te pintan una sonrisa en el rostro.

 

2017

Se está acabando el tiempo, es momento de cuentas, del ciclo de otro año que también se cerró.

Me encontré con las letras, compuse una canción, mi pecho se hizo fiesta y se escuchó mi voz.

Decidí correr más y poquito a poquito terminé un maratón. Tuve tardes de radio como cuando de niño hacía de narrador.

Tuve momentos tristes, aún los tengo hoy, vinieron los fantasmas, expulsé los que pude y los demás… ahí voy.

Peleé con los que amo, creí haber estado siempre, pero nunca bastó. No fui tan buen amigo ni tan buen corazón, tal vez me quedé corto, tal vez algo falló.

Continuaron los miedos y el sueño por las noches, a veces no llegó.

Se acabaron los días, lo hecho ya está hecho y lo que no se hizo, incompleto quedó. Siento que hice mil cosas y aún con todas ellas siento que me faltó. Quiero decir te amo, quiero pedir perdón, quiero darles las gracias con todos los latidos que hay en mi corazón.

Todo lo mejor en el 2018

Luis

¿Por qué peleamos con los que amamos?

Siempre terminamos hiriendo a las personas que más amamos. Es un acto inexorable de la condición humana.

Ya había escrito sobre este tema en una ocasión anterior, sin embargo es algo recurrente que vuelve una y otra vez a nuestras vidas como un lastre del que no podemos o no nos queremos librar.

Nos enfadamos con los extraños; algunas veces dejamos de hablar con gente que apenas  conocemos y nada realmente cambia en nuestras vidas ni para bien ni para mal. No nos afectan normalmente las cosas que vienen de los demás, pero, como es normal, nos golpea demasiado cualquier cosa que sucede con las personas que amamos y justamente es a ellos a quienes más daño hacemos. Son ellos el blanco de nuestras reacciones o de nuestras crisis.

Hace poco vi un video en las redes sociales en las que el Dalai Lama contaba, a través de una anécdota, lo que era el mal genio para las personas. Contaba el Dalai que hace unos años tenía un auto muy viejo al que siempre le estaba fallando algo. Un conductor, muy bueno y amable de la India que lo acompañaba, se metió debajo del carro para arreglar algo que empezó a molestar. En un momento, mientras luchaba con las partes viejas del carro, el amable conductor se golpeó la cabeza causándose un dolor muy fuerte. Su respuesta inmediata fue la de continuar golpeándose la cabeza contra la parte inferior del vehículo. ¿Cómo entender que esta amable persona continuara golpeándose cuando precisamente era eso lo que le había causado el enojo en primera instancia?

Esto es justamente lo que los seres humanos hacemos en diferentes escalas en nuestras vidas. Nos gusta rumiar lo malo, atormentarnos con el dolor para darnos motivos. Se nos hace imposible dejar ir las cosas y nos quedamos en la espiral de la rabia, la misma que no nos permite darnos cuenta de los problemas, los logros o las necesidades de los demás. Este para mí es el primer problema que tenemos: una vez enojados nos cuesta muchísimo salir de ese estado.

El otro elemento que juega un papel importante en todo esto es que pensamos que tenemos el derecho a enojarnos. ¿Qué significa esto? Creemos que tenemos derechos sobre los demás o que nos pertenecen. A veces pensamos que los demás deben responder de acuerdo a nuestras expectativas. Medimos a los demás de acuerdo a como somos nosotros, pecamos al no ponernos en los zapatos de los demás y no intentamos entender sus comportamientos o reacciones. Este es un tema de inteligencia emocional.

También nos sucede que nos volvemos inflexibles y reaccionamos ante cualquier cosa como si fuera algo inaceptable. Normalmente no actuamos teniendo en cuenta los eventos más recientes sino toda la historia de cosas que nos han molestado. No olvidamos.

¿Cómo ser imparciales, justos o benévolos en nuestra manera de reaccionar, si tenemos todas estas variables afectando nuestras decisiones?

  • Nos afecta mucho lo que haga la gente que amamos y con ellos estallamos
  • Nos gusta rumiar lo malo para darnos motivos y así justificar nuestra rabia
  • Creemos que tenemos el derecho de enojarnos
  • Jamás olvidamos

Hace mucho entendí que nadie gana realmente una discusión y que las cosas que nos hacen daño nunca se olvidan. Entendí que en las discusiones solo nos hacemos más débiles y deterioramos las relaciones; que es imposible convencer a alguien si esa persona no quiere ser convencida o siente fuertemente dentro de sí que tiene la razón.

También he tratado de evitar las reacciones que provienen del estómago, sobre todo esas llenas de ira. Porque en esas palabras que se dicen o los actos que siguen a la rabia, son los que hieren a los que amamos y nos hacen desconocer sus cosas buenas.

También he decidido estar. Esto significa que justamente después de una pelea, es importante quedarse para la gente que amamos, escuchar y tratar de entender como son sus propias reaciones.

Sin embargo no lo he logrado. Mis pequeños logros parecen desvanecerse cuando las cosas que me molestan por más insignificantes que sean, terminan por derumbar la calma que me ha costado tanto mantener. Lo único bueno de todo este proceso es que soy conciente de la situación y que sigo tratando. Creo que mientras uno quiera intentarlo siempre van a existir posibilidades, aunque en ese intentar se pierdan personas valiosas para siempre.

Mi consejo, como finalizaba el Dalai Lama su charla, es que si se golpearon la cabeza, eviten seguir haciéndolo. Empiecen con pequeñas cosas, controlen la primera reacción. Hablen de como se sienten, y paso a paso, día a día, empezarán a hacer de su control un hábito y la rabia podrá ser finalmente desterrada de sus corazones.

Les deseo todo lo mejor y un gran fin de semana.

Compartan sus propias experiencias.

Fuerte abrazo,

Luis

 

Decidir estar mejor

img_2275¿Cómo entender si una relación no está funcionando? Y ¿Qué hay que hacer para volver a empezar y encontrar la felicidad después de un rompimiento?

 

Una gran amiga mía ha logrado convertir sus sueños en realidad. Le dio un giro a su vida después de haber pasado por momentos muy tristes luego de experimentar un rompimiento, con quien pensaba, era el amor de su vida.

 

Sus decisiones implicaron valentía, una voluntad enorme para volver a empezar y mucha confianza para decidirse a estar sola.

 

Los rompimientos amorosos traen consigo etapas de caos y de dolor a nuestras vidas. Son experiencias amargas por las que pasamos por periodos de tiempo que pueden ir desde semanas hasta años. He conocido personas que nunca pudieron recuperarse del todo.

 

Todos hemos escuchado alguna vez que las crisis son buenas; que el cambio siempre es positivo o que en momentos de dolor podemos encontrar nuestras verdaderas fortalezas. Esto es cierto. Yo pienso que solo nos hacemos realmente fuertes cuando podemos superar esas pruebas, pues salimos con ánimos nuevos y principalmente, con un mejor conocimiento de nuestros límites y de nuestras posibilidades. Estos procesos que se dan en las separaciones, empiezan con la decisión propia o de la pareja de terminar la relación. Algunos de ellos pueden ser largos y otros súbitos y definitivos, pero en los dos casos, los sentimientos que se generan nos golpean fuertemente.
Pero si un rompimiento es doloroso, quedarse en una relación que nos hace daño lo es más. Se sufre muchísimo cuando por diferentes razones la gente decide quedarse con personas con quienes son inmensamente tristes .
Existen ciertas situaciones que habría que eliminar totalmente de nuestras relaciones. Aquí solo menciono algunas de ellas pero en general, todos nosotros somos capaces de identificar lo que nos hace daño y corregirlo. Solo nos hace falta decisión.
Hay que empezar por evitar la manipulación.

En las relaciones no puede existir condicionamientos ni coerción. Aquellas relaciones en las que hay temor o presiones innecesarias nunca van a ser positivas para las personas. Los manipuladores ejercen su juego basados en crear necesidad en la pareja, en cultivar dependencias para después mantener viva la amenaza de que todo puede terminarse y así conseguir lo que quieren. En el momento en que se identifique esto es tiempo de irse. Si la decisión es separarse entonces hay que hacerlo de manera tranquila pero rápida. Hay que recordar que solo nosotros somos responsables por cómo nos sentimos, debemos evitar culpar a los demás o sentirnos culpables por ellos.

 

Valorarnos con convicción.

Nadie puede hacernos sentir inferiores, menos capaces o inadecuados. En una relación sentimental no hay maestro ni alumno, se aprende de los dos y por los dos, se aprende a vivir como uno. Siempre se debe dar a los sentimientos el lugar que merecen, hacerlos valer, esto es clave porque no se puede dejar que pasen por encima de ellos. El respeto es vital.

 

Hay otras posibilidades.

El peor error que se puede cometer es pensar que la persona que está a nuestro lado es la única que puede amarnos. No se trata de ser inconformes sino de pensar que en una relación, los dos deben alimentar por igual todo lo que la mantiene viva. A veces nos quedamos con alguien porque pensamos que nadie más nos va a aguantar, que es lo mejor que pudimos encontrar o simplemente no nos arriesgamos porque más vale malo conocido… Tenemos que huir de esta manera de pensar y siempre sentir que somos valiosos y como tal, siempre podremos rehacer nuestras vidas.

 
Salir de una relación que tiene estas u otras situaciones que nos hacen daño, requiere valentía. Se necesita el valor y la decisión para acabar con algo que queremos pero que no nos hace bien. También se debe perder el miedo a la soledad, pues en muchas situaciones la soledad es la mejor compañía; tener ese tiempo consigo mismos nos permite conocernos mejor, descubrir de qué estamos hechos. Decidir estar solos es el primer paso para evolucionar de una relación que no nos conviene.
Es importante tener paciencia. No se puede pretender salir de una relación para entrar a otra de inmediato. Necesitamos un tiempo prudente para sanar, para hacer una evaluación de daños y aprender. La paciencia es vital para poder esperar con calma a estar mejor y a la vez ponernos en la posición de ver claramente cuando la persona que queremos pase por nuestra vida.
Tenemos que creer. En nosotros mismos y en nuestra capacidad para salir adelante. En esos momentos en los que peor nos sentimos, es urgente hacer cosas que nos llenen, enfocarnos en el trabajo, en lo que nos gusta, invertir tiempo de calidad en nosotros mismos, todas esas acciones aumentarán nuestra confianza y nos permitirán ser más fuertes.
Como siempre, no existen recetas universales ni remedios que curen todas las enfermedades. Cada uno de nosotros debe evaluar su situación y decidir qué es lo mejor. Los seres humanos estamos llenos de mecanismos de defensa contra riesgos físicos y emocionales, pero estos no funcionan cuando el riesgo lo generamos nosotros mismos, cuando nos volvemos complacientes o incluso masoquistas.
Lo que definitivamente quiero compartir con Uds. es que siempre hay una posibilidad de encontrar lo que realmente se quiere. Hoy, mientras mi amiga celebra su luna de miel, pienso firmemente en que la vida le tiene cosas buenas reservadas a aquellos que nunca se rinden y que son valientes.
Feliz fin de semana y persigan sus sueños.

La vida es como correr una maratón

Al momento de escribir esta entrada faltan exactamente 30 días para enfrentar uno de los retos más grandes que me he planteado en la vida: correr una maratón.

Ser aceptado en una carrera como la maratón de Nueva York no es fácil. La selección para corredores aficionados como yo se hace a través de una lotería en la que participan personas de todo el mundo para realizar una escogencia final de 60 mil atletas.

Cuando me presenté para el sorteo en enero, lo hice con la mente puesta en que iba a ser aceptado. Desde el momento en que recibí el correo de bienvenida, se han pasado por mi mente todos los estados posibles: orgullo, miedo, valor, decisión, asombro, expectativa y todos los que puedan imaginarse. Como toda fecha llega en esta vida, hoy estoy a un mes de correr 42 kilómetros con 195 metros continuos por primera vez en mi vida.

La vida es como correr una maratón.

Frases como esta se encuentran comúnmente en libros, revistas y redes sociales. La metáfora está orientada a explicar la dificultad, pero a la vez la satisfacción que representa terminar un reto como este. Como en la vida, la maratón presenta dificultades, momentos en los que se quiere abandonar la lucha, satisfacciones, estímulos, y requiere de tenacidad y decisión para terminar. Por eso hoy, justamente a un mes de hacer mi propia maratón, he decidido recopilar algunas de las frases que me han impactado más durante toda mi vida. Algunas motivacionales y otras del diario vivir y que guardan una estrecha relación con la vida misma.

¿Por qué correr una maratón?

Porque está ahí y puedo hacerlo

Mi gran amigo Miguel cuando enfrentaba algún reto monumental, a la pregunta de por qué embarcarse en tal situación, solía contestar: porque está ahí y puedo hacerlo. Simple: Porque los problemas se hicieron para enfrentarlos y porque el ser humano puede, con esfuerzo y dedicación, conseguir todo lo que se propone. Nos ponemos retos todos los días porque nos ayudan a estar motivados y enfocados. Entre más practiquemos más oportunidades tendremos de triunfar en eso que nos proponemos.

Josef Ajram escribió que en la vida teníamos que hacer tres cosas:

  1. Tomarse en serio lo que uno hace
  2. Dedicarse en cuerpo y alma a lograr el objetivo
  3. Terminar siempre lo que se empieza

Josef es un escritor, comerciante, conferencista y además atleta amateur que ha participado en varios Ironman y carreras de resistencia en diferentes deportes. Sabe de lo que habla cuando escribe que la determinación es fundamental para lograr el éxito.

Walter Bagehot decía que el mayor placer en la vida es hacer justamente las cosas que los demás dicen que no podemos hacer. No tengo palabras para explicarles la sensación que se vive cuando uno cruza la línea de meta. En cada una de las carreras que he corrido (todas las he terminado) suelo gritar con todas mis fuerzas cuando cruzo la meta. Es una manera de celebrar el triunfo de la mente sobre el cansancio y los miedos. Nueva York no va a ser la excepción.

Hablando con Gustavo Rodríguez, amigo y excelente maestro musical, nos decía que el éxito está en no desfallecer cuando se nos cierra una puerta ni incluso cuando nos cierran mil en la cara. La determinación convierte cualquier fracaso en una gran historia de éxito. Todos aquellos que se rinden, jamás van a poder contar su historia ni la historia hablará de ellos. De nuevo, siempre termina lo que empieces, no importa el dolor o el cansancio pues ellos son dolores físicos,  temporales, mientras el alma no duela, lo demás es pasajero.

El gran Ali decía que la palabra Imposible no constituía una declaración sino un reto. No hay nada imposible para quienes desean algo con todas sus fuerzas. Este es el mismo hombre que dijo alguna vez que odiaba cada minuto de su entrenamiento, pero que nunca abandonó para poder vivir su vida como un campeón. En la vida como en el deporte se entrena todos los días para ser mejor y para disfrutar de un buen retiro. Se requiere sacrificio, trabajo duro y no hay reconocimiento para los que abandonan.

Finalmente, una de las personas que me sugirió hacer mi primera media maratón hace ya cuatro años en Cali, me preguntaba alguna vez: ¿por qué correr detrás de alguien? ¿Por qué pasar dos o más horas de la vida corriendo? Correr por todo y para mí le dije. Correr para vencerme a mí mismo y salir ganador siempre en el proceso. Correr es liberar la mente a través de las piernas, es probarte a ti mismo que no existen límites y que todo es posible.

La vida es, efectivamente, como una maratón. No es una carrera de velocidad, es de resistencia. Requiere esfuerzo y sacrificio; necesita de toda nuestra determinación para no abandonar, nos plantea retos gigantescos y a la vez que nos atemoriza pero logra sacar lo mejor de nosotros.

Amar lo que se hace y hacerlo con todas nuestras fuerzas, jamás rendirse, competir con uno mismo y luchar por lo que se quiere, no solo son modos de entrenamiento sino modos de vida. El entrenamiento es duro pero la recompensa es maravillosa.

Feliz fin de semana y compartan conmigo sus propias frases de vida.

Todo lo mejor,

Luis

 

Hacer ejercicio nos hace felices

Jamás me gustaron los gimnasios y nunca pensé que podría pasar más de veinte minutos corriendo, me parecía algo monótono y definitivamente aburrido.

Siete años después de haber empezado a correr y con casi 6,000 kilómetros en mis piernas, pienso las cosas de una manera diferente. He encontrado en el ejercicio un complemento fundamental para mi vida; es una válvula de escape, un tiempo valioso para revisar mis proyectos, es parte de objetivos que jamás pensé conseguir como correr una media maratón, o incluso una completa, como es el caso ahora.

Correr se ha vuelto parte de mi vida a un nivel cercano a la adicción. Es algo que el cuerpo me pide y mi mente ya no se siente tranquila con el sedentarismo. Y es que todos hemos escuchado que el ejercicio es bueno para la salud. (Un estudio de la Universidad de Stanford demostró que los pacientes que se ejercitan vigorosamente tienen una notable posibilidad de vivir más que quienes no lo hacen). Los porcentajes van desde el 19 hasta el 32% y para los amantes de los detalles técnicos, les dejo el enlace en la parte inferior de esta entrada.

Hacer ejercicio nos hace felices. También se ha demostrado científicamente que los esfuerzos intensos y cortos o los moderados y largos generan una cantidad de estrés en el cuerpo asociado directamente con la liberación de endorfinas. Estas son sustancias naturales sintetizadas por el cerebro durante procesos tales como comer chocolate, meditar, bailar, cantar, escuchar música, tener relaciones sexuales y, por supuesto, hacer ejercicio. Las endorfinas promueven la calma en el organismo, reducen el dolor, mejoran el estado de ánimo, reducen la ansiedad y en general, nos hacen felices.

Por esto quizá la mayoría de los corredores en la calle te saludan amablemente, o la gente que sigues sus rutinas físicas mantiene de buen humor o por lo menos controla el temperamento. Hacer ejercicio definitivamente crea elementos favorables en la vida que se potencializan entre ellos. La gente que practica alguna actividad física normalmente come de manera saludable, consume menos licor, está más activa y se cuida más. Esto redunda en beneficios para la salud, incrementa la confianza en sí mismos generando resultados positivos en otros aspectos de su vida. Como pueden ver, son ciclos que se van reforzando en la medida que nuestra mente se fortalece y quizá por eso terminamos enamorándonos del deporte.

He conocido muchos ejecutivos importantes que inician sus días haciendo deporte y  he leído que grandes líderes mundiales tienen en sus rutinas establecidas un tiempo dedicado para la actividad física. Este factor en común siempre es resaltado por ellos en sus entrevistas como un elemento clave del éxito de sus carreras. Los presidentes de grandes empresas a menudo tienen retos personales fuera de sus trabajos que les permiten balancear los niveles de estrés y dedicarse tiempo de calidad. Estos proyectos generalmente también están relacionados con la actividad física.

Tener ese balance entre la mente y el cuerpo, no importa si dirigimos una empresa multinacional o si somos parte de una pequeña empresa, es fundamental para alcanzar nuestras metas. Sentirnos orgullosos de nuestros logros por pequeños que sean, tener la sensación gratificante de haber alcanzado algo por nosotros mismos, mirar los pequeños cambios en nuestro cuerpo y todas esas experiencias asociadas al hecho de completar nuestros propósitos, constituyen el alimento del éxito y son parte de esa buena información que nos llena de satisfacción. Hacer ejercicio trae consigo todo esto a un nivel integral en nuestras vidas.

Así que correr, montar en bicicleta, nadar o cualquier actividad física que desarrollemos, siempre traerá cosas positivas. Eso sí, debemos consultar los especialistas adecuados antes de adentrarnos seriamente en este mundo. Hay nutricionistas, doctores e instructores que pueden guiarnos en diferentes actividades y rutinas adecuadas para cada uno de nosotros. Somos diferentes y por lo tanto requerimos entrenamientos específicos.

La mente no solo se fortalece a través de los procesos, la experiencia o el aprendizaje. La mente también se fortalece con la buena retroalimentación que le produce un cuerpo sano y en constante actividad.

Feliz fin de semana y cuéntenme si les gustó el tema de hoy.

Todo lo mejor,

Luis

 

Referencias:

  1. http://www.runners.es/nutricion-salud/bienestar/articulo/correr-prolonga-vida/2
  2. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/18695077
  3. https://www.vitonica.com/wellness/ejercicio-y-endorfinas-que-actividad-nos-hace-mas-feliz
  4. http://www.reverse-therapy.es/que_son_las_endorfinas-faq-2-15.htm

Definir lo que se quiere y entender lo que se necesita.

¨Ten cuidado con lo que deseas, se puede convertir en realidad.¨

Oscar Wilde

No siempre lo que deseas es lo que necesitas y no siempre lo que dices desear es lo que realmente quieres.

Luis Ortiz

Todos hemos escuchado alguna vez de la ley de la atracción, o de que ¨cuando uno quiere algo el universo conspira para que se haga realidad.¨  Mucho se ha escrito sobre la capacidad que tiene la mente para materializar los pensamientos y que somos lo que pensamos. Pocas veces, sin embargo, se escucha hablar de las diferencias entre lo que creemos que queremos, lo que de verdad deseamos y lo que necesitamos. Quizás porque aún no sabemos la respuesta a estas inquietudes o simplemente porque ni siquiera nos las hemos planteado.

Es normal que los seres humanos creamos que queremos algo cuando en realidad son otras las cosas que nos mueven. A veces nos engañamos porque pensamos en objetivos superficiales o a corto plazo; A veces simplemente el obsesionarnos con algo nos impide ver las verdaderas razones que nos tocan internamente. Es preciso tener siempre los pies en la tierra y analizar cuidadosamente cada situación para no perder de vista todo el panorama. Como si esto fuera poco, y aún después de haber aclarado que es lo que queremos, a veces nos cuesta entender si eso que decidimos es lo que necesitamos en nuestra vida, porque  las dos cosas podrían ser diferentes.

Poder determinar con claridad lo que realmente se quiere es vital para fijar metas y estrategias en la vida. Nadie puede ir con rumbo cierto sino tiene un norte definido. Cuando se quiere algo con todas las fuerzas, cada una de nuestras acciones deberá estar orientada a conseguirlo y por ende todas las interacciones con las demás personas o situaciones estarán alineadas con este objetivo. Teniendo claro lo que queremos perseguir, perderemos menos tiempo y esfuerzo en la lucha.

Después es importante esclarecer si lo que queremos nos va a traer beneficios y si no vamos a dañar a los demás en el camino por conseguirlo. No siempre lo que deseamos es lo que nos hace bien. Es por esto que a veces apilamos  objetos que no nos sirven o nos rodeamos de gente que nos hace daño. Lo ideal sería que cada cosa o persona entre a sumar en nuestras vidas, pues así cada esfuerzo se verá recompensado y el ciclo nos hará siempre más fuertes.

De acuerdo a la ciencia ZhiNeng QiGong, de la cuál hablaremos en otra entrada, nuestro campo es esa prolongación no visible de nuestro cuerpo. Es como nuestra presencia en términos intangibles. Todo lo que nuestra mente pone en el campo empieza a tener una probabilidad de suceder y con práctica y esfuerzo a la larga debería de materializarse. Teniendo en cuenta lo anterior, debemos escoger con cuidado lo que ponemos en nuestro campo, pues como ya hemos dicho, pueden ser cosas que no necesitemos o que no nos sean de beneficio, y una vez que nuestra mente se enfoca en ellas, es muy posible que las hagamos realidad. en resumen, trabajar para conseguir las metas adecuadas nos permitirá perseguir nuestras pasiones, llenar nuestra vida de satisfacción y terminar amando lo que hacemos; enfocarnos en algo negativo, solo nos traerá más complicaciones.

Cada una de nuestras acciones tiene un porqué y una consecuencia; en el camino por lograr lo que queremos el tiempo se vuelve un factor relativo en la medida en que seamos persistentes y pacientes: no importa que tan larga sea la espera si el objetivo se consigue. Por eso una vez que tengamos clara esa comunión entre lo que queremos hacer y los beneficios que nos traerá conseguirlo, tendremos que enfilar toda nuestra artillería para lograrlo.

 

¿Tienen claro lo que quieren y lo están persiguiendo?

¿Eso que desean con todas sus fuerzas es lo que realmente necesitan en sus vidas?

Feliz inicio de semana y nos seguimos escribiendo.

 

El apego.

Todavía recuerdo la primera vez que me terminaron: mi novia había dejado de amarme y ya no me quería junto a ella. La cosa más importante que pasó por mi mente fue: ¿y ahora qué voy a hacer?  Tenía el sentimiento de que no había esperanza y de que no iba a ser capaz de continuar con mi vida. Tenía un dolor tan intenso y tan arraigado dentro de mi cuerpo que no creía poder curarlo con nada.

No fue la primera vez que experimenté una pérdida pero definitivamente fue la más dura hasta ese momento. Años atrás había muerto Alberto, mi mejor amigo de secundaria, y eso me hizo pensar en la fragilidad de la vida y en que no podemos dar nada por sentado. Sin embargo esta nueva sensación era diferente: al hecho de no poder estar más con ella se sumaba la tortura de tener que seguirla viendo junto a alguien más y no poder hacer nada para cambiarlo. La muerte es una pérdida definitiva que nos ataca de manera fulminante; la separación, en cambio, nos mata de manera lenta y tortuosa.

Con el tiempo aprendí que el dolor viene del miedo.  Ese miedo a perder todo aquello, sea físico o espiritual, que tenemos y a lo que nos hemos apegado con el tiempo. El apego, brillantemente definido por Sharon M. Koenig en su libro Los Ciclos Del Alma, se entiende como ¨el miedo a perder algo que consideramos imprescindible e insustituible para nuestra supervivencia.¨

Hay una estrecha relación entre el amor, el apego, el odio, la indiferencia y el dolor. Para mí, el amor y el odio son sentimientos tan intensos que la separación entre ellos es una delgada línea que a veces ni siquiera notamos cuando la hemos cruzado. El odio, por ejemplo,  puede generar sentimientos de nostalgia e interés, los cuales pueden llevar al aprecio y finalmente al amor. Por otro lado, un amor de profundos apegos mezclado con temor excesivo, puede llevar a celos descontrolados y a la violencia. Creo entonces, que diariamente nos movemos en esa escala de grises amando y odiando al mismo tiempo.

Lo contrario al apego es el desinterés. Sin interés no puede existir el temor a la pérdida ni tampoco el amor. Precisamente la falta de interés es una de las cosas que más nos duele en las relaciones. Bien dice la cancón: ¨Ódiame por piedad yo te lo pido, ódiame sin medida ni clemencia, odio quiero más que indiferencia, porque el rencor hiere menos que el olvido. ¨

De otro lado, el excesivo apego por una relación o por las cosas, hace que el temor a la pérdida se vuelva incontrolable y pueda hacer imposible disfrutar de lo que se tiene.  Jordy Geller es un estadounidense que tiene casi 2,400 pares de zapatos en su museo privado. El par con el que inicio su colección, era un modelo Air Jordan que salió en el 2000 como una versión retro del original de 1990. Cuenta Jordy que nunca usó esos zapatos por el temor a gastarlos y no poder reponerlos después si no salían de nuevo al mercado. Creo firmemente en que a veces nos sucede lo mismo con nuestras relaciones: no las disfrutamos por el miedo al dolor que encerraría una posible pérdida para nosotros. Preferimos dejar ir las cosas buenas a arriesgarnos a amar y que todo resulte doloroso al final.

¿Cuál es entonces la solución?

No se trata de ser desinteresado. Se trata de amar con decisión y sin guardarse nada, se trata de olvidar el futuro y sus hipotéticas consecuencias y quedarse en el presente disfrutando de la realidad. A veces dejamos de vivir el hoy por estar más preocupados por el mañana. Ahí es donde justamente empezamos a dejar de vivir.

Claro que hay excepciones. Jamás he dicho que aquí van a encontrar la receta perfecta para vivir o la solución a todos los problemas. Todos los seres humanos somos diferentes y cada situación tiene sus matices. Ninguna experiencia por más parecida que parezca es igual a otra así que hay que analizar cada cosa en su momento.

En mi caso, con el tiempo entendí que la única manera para no sentirme mal era no traicionarme. Cuando haces balances, a la única persona a la que no le puedes mentir es a ti mismo. Así que he dejado de hacerle caso al miedo o por lo menos lo bloqueo; amo cada persona en mi vida con la certeza de que hago lo mejor o por lo menos lo intento, para que cuando tenga que separarme por cualquier razón, no se quede nada guardado y no haya remordimientos. Aprecio las cosas materiales y les doy la importancia que tienen sin ponerlas por encima de las verdaderamente importantes que son las espirituales.

¿Funciona? ¡No siempre! Aún sigo aprendiendo, aún le temo a los fantasmas del pasado y aún me equivoco. Pero esa es justamente el objetivo: jamás dejar de aprender.

¿Y a Uds.? ¿Qué les da miedo perder?

Feliz fin de semana.