Siempre vuelvo

Siempre vuelvo a tu abrazo a tu sonrisa

Desde siempre recuerdo lo que siento, cuando caí y me hice alguna herida, o cuando desperté con miedo de algún sueño.

 

Cuando las cosas no salieron tan bien durante el día

Cuando me sentí solo y sin aliento, siempre a tu lado sentí que podía y siempre me has impulsando a ir más lejos.

 

Sigues siendo mi madre, la de siempre.

Con la que alguna vez fui injusto y fui grosero, la que jamás se acostó brava conmigo, la que siempre me da su amor sincero.

 

Sigues siendo mi madre y yo tu niño.

Para ti sigo siendo aún pequeño, para mi sigues siendo la heroina. Le doy gracias a Dios porque estás viva y por tenerte cerca todo el tiempo.

 

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Siempre se vuelve al abrazo de la madre, no importa cuantos años tengas o en qué problemas estés, siempre vuelves y siempre te reciben con el mismo amor.

 

Feliz día mamis.

 

 

Cuando la música no es tu único trabajo.

Hay miles de artistas allá afuera tratando de abrirse camino en un medio que es extremadamente difícil. Es probable que, sin darte cuenta, los veas a diario en las calles o que incluso trabajes con uno de ellos, así no tengas ninguna relación con la música, más que disfrutarla cuando la escuchas.

Hacer música o cualquier otro arte no siempre te da para vivir; muchos de los artistas que ves en clubes o presentaciones privadas, tienen otro trabajo con el que subsisten mientras comparten el tiempo con una pasión verdadera.

Hoy mientras escribo esta nota, recuerdo con especial afecto al maestro Fernando Cancel. Lo recuerdo porque hace apenas unos días nos cruzábamos mensajes que poco tenían que ver con la música. Me decía: «Lucho, ya tenemos luz en toda la isla, nos costó pero logramos recuperar el fluido eléctrico a eso de las 2 de la mañana, yo llegué a las 3 a casa».

Fernando Cancel, la voz de tantas composiciones con las que nos hemos enamorado muchos de nosotros; el dueño de ese timbre característico de Haz Una Hoguera o de esa hermosa canción que está lanzando que se llama Te Amo Tanto, es el jefe de supervisores de la sección de calderas de la Termoeléctrica de Palo Seco en Puerto Rico, planta que es vital para la estabilidad de la energía que utiliza el norte de la isla. Y hablábamos del tema porque después de la serie de sismos que han azotado el país en los últimos días, la labor de todo el personal que trabaja en la planta, ha sido titánica para garantizar el servicio a los usuarios.

Fernando trabaja hace 27 años y medio en la industria de la energía. ¿Quién lo diría? La salsa que ha sido el medio por el cual lo conocen en varios continentes, ha sido un trabajo paralelo que comparte con turbinas y vapor.

Junto a Jeannette, el único y verdadero amor de su vida, se lanza a una aventura intensa y arriesgada: en marzo de 2020, Fernando le dice adiós a la energía térmica para darle la bienvenida a la energía de su proyecto como solista. Todo un reto que seguro le traerá muchas satisfacciones, porque la música que trae es espectacular, sentida e interpretada con el corazón.

Así como él, muchos de nosotros hacemos a diario otra cosa mientras llevamos la música por dentro. O si no que lo diga Alexis Rodríguez, con quien compartimos la oficina y el gusto por las canciones, o mi admirada Chris Montañez quien es mi blogera favorita sobre salsa y que con su pluma nos enseña las pequeñas grandes anécdotas de ese mundo mágico. Ella, también como nosotros, tiene su trabajo que comparte con la pasión de maelera y salsera entusiasta.

Llegará tarde o temprano la hora de seguir al maestro Cancel en sus pasos; nos retiraremos de lo que hemos hecho toda una vida, para hacer lo que quisimos hacer todo este tiempo. Eso solo prueba que los sueños, cuando vienen del corazón, son más fuertes que todo.

Por lo pronto, entre música y energía, seguimos disfrutando de las dos cosas y creando balance en nuestra vida.

¿Qué otra pasión comparten en sus vidas?

Nos leemos, feliz semana.

Navidad

La época donde todo es posible, el mes de la magia, de las luces, de la familia, de la nostalgia y de estar cerca de los que amamos. ¡Es Navidad!

Para muchos la navidad se circunscribe al 24 de diciembre. Para otros como yo, la navidad es un estado que dura todo un mes. Son 31 días en los que se experimentan grandes emociones que a veces contrastan entre sí, pero que definitivamente son muy intensas.

En mi niñez la navidad empezaba el 7 de diciembre con las velitas. Era el día en el que se abría oficialmente la magia y la ilusión. La familia entera, los amigos, los primeros amores, todos reunidos encendiendo las luces de una nueva esperanza. Aún quedaban algunos días de clase pero ya se veían las vacaciones a la vuelta de la esquina; la casa de la abuela olía a desamargado* y buñuelos calientes todo el tiempo y todos parecían sonreír más. En mi Cali el efecto era aún más fuerte porque se empezaba a respirar el clima de feria. La música de fin de año inundaba las calles replicando ese ambiente ya tan familiar que se siente en la ciudad por esta época.

El 16 de diciembre empezaba la recta final con las novenas; noches de familia, de comida y de cantos, en las que los mayores trataban de mantener viva la tradición, que a su vez se alimentaba de la alegría y los sueños de los niños que hacían sus cartas repletas de pedidos al niño Dios. ¿Cómo olvidar la nostalgia de los villancicos o las noches llenas de luces y faroles?

Los que habían estado lejos empezaban a llegar. Con ellos llegaban las historias de mundos mágicos y totalmente diferentes, las costumbres, los relatos. Algunas veces llegaban miembros nuevos de la familia que todos abrazábamos como propios y, por supuesto, más regalos. Era el momento perfecto para encontrarse con aquellos que no habías visto en mucho tiempo; la alegría del reencuentro mezclada con la nostalgia de saber que partirían de nuevo.  La noche del 24 era eterna. La espera por la cena y los regalos, las carreras por toda la casa llena de papeles, el ruido de la pólvora, los mayores reunidos en la sala y los niños entre juegos y risas corriendo por todas partes. El 24 era sin dudas el día de la ilusión.

Justamente una semana después, la familia se reunía de nuevo. Esta vez había fiesta. Todos los abrazos de la media noche estaban cargados de cierres y de promesas. Era la noche de los grandes pero no por eso dejaba de ser especial para los chicos. Navidad terminaba, aunque tuviéramos una ñapa el día de reyes, con las campanas de una canción triste. Definitivamente ese era el día de la nostalgia.

Para muchos la navidad es un día. Para algunos de nosotros la navidad es todo un mes y sobre todo es un estado en el que experimentamos todas las emociones en porciones recargadas. Claro que no todo es alegría. Porque extrañamos a los que no están y porque, al ser un mes de contrastes, vivimos de primera mano como algunos lo tienen todo y como otros no tienen nada. Justamente por eso es una gran época para compartir, para agradecer, para perdonar, para regalar amor.

Bienvenida la navidad con los kilos de más, los aguinaldos, los villancicos, la familia, las luces, pero sobre todo con la paz y el amor en nuestras familias y la gente que amamos. Salgamos a compartir, sonríamos más, discutamos menos y que los sueños se cumplan y los balances sean positivos.

Feliz diciembre, ¡feliz navidad!

*La palabra desamargado no existe en el diccionario real de la lengua española, pero sí en la memoria que trae los sabores de las cáscaras de cítricos calados o de otras frutas que a fuego lento se dejan reducir para ser servidas junto con las brevas, la natilla, los buñuelos, el arroz de leche y el manjar blanco o dulce de leche tradicional, formando un postre navideño infaltable en la tierra donde nací.

El extraordinario poder del agradecimiento

A pesar de ser un gesto tan poderoso, muchas personas no entienden su efecto y a algunas les cuesta agradecer o incluso recibir agradecimientos.

La palabra gracias no es precisamente una de las más usadas en el idioma español. De hecho decimos más, gobierno, presidente, político y hasta Luis. Sin embargo es una de las palabras que aprendemos primero en nuestro idioma nativo y lo hacemos también cuando aprendemos una lengua nueva. Quizá es porque es una de las que más necesitamos cuando nos exponemos a un ambiente totalmente diferente.

Su uso es cotidiano y hasta rutinario, se ha evaluado desde la óptica de la buena o la mala educación o hasta su connotación en comunidad o en familia. Hay quienes exhiben reglas para definir cuando es apropiado decir o no gracias. Hay reglas de mesa sobre el número de veces apropiado para hacerlo y de su utilización dependiendo del país en el que se esté. Podríamos hacer todo un análisis sobre su uso, pero no es esto lo que quisiera compartir con Uds. El día de hoy; no quiero hablar de acepciones o de buenos modales, mucho menos de etiqueta.

Lo cierto es que agradecer es algo muy simple; decir gracias es la formalización de ese acto, es dejarle saber a los demás o incluso recordándonos a nosotros mismos la gratitud por cualquier circunstancia.

No tiene que pasar nada gigantesco ni necesariamente debe haber un sacrificio para agradecer; se agradecen las cosas pequeñas también. El solo hecho de agradecer en las mañanas por otro día más de vida, por las cosas buenas, por la familia o por los hijos, implica aceptar las cosas maravillosas que tenemos y esto causa ya un efecto importante en nosotros. No importa si le agradecemos a nuestro Dios, a la vida o al universo, internamente eso hace la diferencia en nosotros.

Cuando agradecemos a las personas el efecto es doble porque es especial hacerles sentir que han hecho algo por nosotros o que estamos simplemente felices de que estén a nuestro lado. No se trata de que solo podamos decir gracias cuando nos hacen un favor, o que deba pasar algo significativo. También podemos agradecer el amor o los actos desinteresados que los demás hacen por nosotros. Agradecer es darse cuenta y dejarle saber a los otros que nos sentimos bien con algo que han dicho o hecho, agradecer es entender que estamos recibiendo lo mejor.

Es cierto que la palabra Gracias puede volverse rutinaria, sin embargo no podemos desconocer su poder. Por ejemplo en las estaciones del metro de Londres, en hora pico, cientos de personas te rozan en su afán por llegar a su destino, y la mayoría de ellos se disculpan cuando lo hacen. A pesar de ser un gesto automático, tiene un efecto poderoso en la manera de convivir y sobrellevar las tremendas aglomeraciones que se presentan. Sucede igual cuando decimos gracias. Podemos decirlo muchas veces, pero mientras exista la intención correcta, su efecto siempre será positivo.

Yo uso mucho la palabra gracias y trato de ser muy agradecido con quienes me rodean, con la vida y conmigo mismo. Lo hago con la gente que me ama y agradezco el amor que me dan, porque realmente no agradezco que me amen sino su apoyo, su incondicionalidad, su manera de hacerme sentir bien y querer lo mejor para mí. Me dicen muchas veces que no debo dar tanto las gracias, que hay cosas que no se agradecen. Creo que van a tener que acostumbrarse a escuchar o a leer esa palabra conmigo, porque es mi manera de hacerles saber que siento y recibo de la mejor forma todo lo que me regalan a diario.

Agradecer te reconcilia con el universo y con las personas. Es un acto que contiene humildad, amor, reconocimiento y respeto. Tiene el poder de hacer sentir mejor a los demás y a sí mismos; nos hace mas conscientes de lo que tenemos y de nuestra función en el mundo.

Creo que debemos dejar de pensar tanto en la definición de diccionario de la palabra, brindémosla y ofrezcámosla con generosidad, sin que se vuelva un acto vacío pero sí constante. Agradezcamos más y sobre todo a quienes amamos, a quienes no la esperan. Es una palabra poderosa que representa un acto que nos hace mejores. ¡Usémosla más!

Gracias por leerme y como siempre, déjenme saber sus opiniones.

Feliz fin de semana

Gracias a mi Dani por dejarme usar su foto para portada de esta entrada.

Hermanos.

Se acerca con la calma que ya es habitual en ella y una sonrisa que viene del fondo de su alma y que no sólo ilumina su cara sino toda la habitación y me dice, felicitaciones Ferchito, estoy muy orgullosa de ti.

                        Octubre 1996

Con poca gente tenemos tantas historias, tantos lazos, tantos secretos compartidos, tantas pilatunas amontonadas en el baúl de los perdones como con tus hermanos; ni siquiera hablo de gemelos o mellizos, hablo de esa afinidad, de esa relación tan estrecha que se crea con risas, llanto, historias, rabietas, peleas, defensas monumentales dignas de abogados notables en frente de tus padres y por supuesto de delaciones gigantescas también:

-¡Mamá, mi hermano me está molestando!

Y es que frente a los demás no necesariamente nos llamamos por el nombre, decimos, mi hermano o mi hermana, usamos esa palabra poderosa que denota camaradería, consanguinidad, que dice ¨lo que es con él o con ella es conmigo¨ y la usamos con orgullo y con mucho amor. Yo tuve la fortuna de tener una mayor que yo (muy a su pesar), porque siempre era la responsable de mis travesuras, y además la alegría de vivir mil historias e historietas con ella. Ella sabe de nuestra ¨Liga de la Justicia¨ de las subidas al bus sin pagar para ir a comer torta de pan después de clase, sabe del primer amor, de la vez que jugando a los bomberos casi quemo todas las sábanas de la casa y sabe de mis primeras lágrimas y mis éxitos y derrotas como profesional; sabe de mis sueños y los acolita pero es psicorrígida como si fuera una madre (peor que una) con alguno de mis excesos de tragos o uno de mis comentarios pasado de tono.  Eso son los hermanos; Daniel Samper Pizano a quién admiro y quién sin duda alguna es la razón por la que yo empecé a escribir en la vida –asumo que él dirá que no tiene la culpa – escribió alguna vez –quizás siendo profeta- en uno de sus libros que a los hermanos se les quiere ¨poco y con desconfianza¨. La verdad es que en su genial mamadera de gallo quizás quiso decir todo lo contrario.

Los hermanos son para toda la vida. Así nos hayan dejado antes, viven en nuestros sobrinos y en nuestros hijos, en sus gestos y en su manera de ser, si se han ido se convierten en ángeles y nos cuidan desde otro lado. Mis amigos entrañables que han pasado por esto pueden confirmar lo que digo. Son entonces para toda la vida y son parte nuestra, constituyen ese abrazo material o espiritual que siempre nos hace falta y que nos gusta recibir, son nuestra escuela para la vida, con ellos aprendemos a defendernos y a practicar la tomadura de pelo típica que usamos con los que amamos:

-¿Qué se siente ser la más vieja?

-Es que eres adoptada, eso lo explica todo.

-Yo salí inteligente y apuesto, tú… saliste como pudiste

Pero todas esas frases están llenas de cariño y del humor que compartimos con ellos.

Quise escribir sobre ella y sobre todos los hermanos que conozco y que se quieren y a pesar de los años mantienen ese amor, también de los que no están físicamente y se extrañan y se sienten cada día, esos son muy importantes también. Quise hacerlo porque son muy especiales y se merecen todo nuestro amor.

Feliz día de los hermanos (¿existe?)

Luis

P.D. A mi querida Nieves que por estos días está hablando como Darth Vader, mi mejor energía y que se recupere pronto.

Agradecimientos:

La foto de Nieves y Hétor se tomó de internet. Un fuerte agradecimiento a @ConsueloLago por toda una generación de crítica maravillosa y bien humorada.

Amigos

Amigos

La familia está contigo desde que naces, te cuidan, te apoyan, te critican, te molestas con ellos pero al final del día hacen parte de esa carpa gigante e invisible que te cobija, que te da tu identidad más básica y que te acompaña. Pero ya hablaremos de la familia en algún momento, hoy quiero escribir de algunas personas que pudiendo ser o no parte de ella, se vuelven tan importantes en tu vida que aprendes a quererlos como si lo fueran; están en una posición privilegiada porque son imparciales, te pueden criticar con rigidez o apoyar a morir, te conocen perfectamente porque no tienes barreras con ellos y están en las buenas y en las malas; son pocos, son incondicionales, son tus mejores amigos.

Quizás suene incoherente hablar de ¨mejores amigos¨ porque mejor debe ser sólo uno, pero normalmente tenemos un grupo de amigos a los que queremos y de los que te cuesta elegir sólo uno.

Dicen que los amigos se sienten y se ven en las situaciones más difíciles de la vida, que en las buenas todos están pero que en las malas sólo los buenos se quedan, que conocemos muchas personas pero que amigos son muy pocos. Todo esto es de alguna manera correcto. En medio de esta vida de gitano que a veces tenemos los que por cuestiones de trabajo nos mudamos constantemente, aparecen personas que se vuelven como nuestra familia fuera de la familia. Personas con la que compartimos cenas, fiestas, momentos felices y momentos duros también, son aquellos que siempre son bienvenidos en casa, que nos llena de alegría recibir o visitar, que cargamos y cuidamos sus hijos como si fueran nuestros, que aprendemos a extrañar y que nunca dejamos de saludar así sea esporádicamente.

Yo tengo que reconocer que no soy el más grato de los amigos. En ese proceso de adaptación, de cierres y comienzos constantes por los que he pasado, he aprendido a cerrar ciclos y con ellos me despido de la gente con la que convivo diariamente y a veces de manera definitiva. Se quedan sin embargo en mi memoria varios nombres de aquellos con los que he compartido en familia, los que me recibieron en sus casas y me hicieron sentir como en la mía, de aquellos con los que compartí mi pasión por la música hasta la madrugada, o con los que hacían que el trabajo fuera un placer, con los que cocinamos las recetas más simples o los asados más  deliciosos o con aquellos que aún hoy llamo compadres o hermanos.

¿Qué hace que el ser humano y en este caso la mente busque esa amistad incondicional, deposite la confianza y cree confidentes en otras personas?

Mi sicóloga y hermana de cabecera me contaba lo siguiente:

¨Necesitamos de un espejo donde al mirarnos nos identifiquemos pero a la vez nos reflejemos y nos confronten sin el juicio filial moral¨

¨Entre los amigos existe un amor fraternal, filial también, pero hay ciertas permisividades, complicidades y una desfachatez implícita que hace que  por más confianza que tengamos con la familia no logremos desnudar el alma de la misma forma que lo hacemos con los amigos¨

Nuestra mente crea lazos muy fuertes con ellos que pueden durar toda una vida, nos pueden sostener, guiar, complementar o simplemente acompañar, pero es definitivo que como seres humanos, funcionamos mejor en sociedad y que dentro de ella los amigos sean una parte importante de nuestro día a día.

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¡Esta es una época muy especial!

La Navidad no es sólo una fecha para mí, es una época; encierra los sentimientos más hermosos y las nostalgias más profundas y nos trae con igual intensidad la esperanza, el amor familiar y el de los amigos. Es una época para agradecer, para celebrar, para compartir, para ser mejores.

En estas fiestas, a todos aquellos que hacen parte de mi vida, en dónde se encuentren, mi más sentido abrazo cargado de amor y agradecimiento y todos mis mejores deseos para que sólo haya, paz, amor, salud y felicidad en sus vidas.

¡Feliz Navidad!