Música es…

Inició noviembre con la celebración del día De los Santos difuntos: la celebración de saber que los que se fueron están bien. Igual la conmemoración de los que estamos aquí porque los extrañamos y no los dejamos caer en el olvido.

******

Hace muchos años en un noviembre como este, murió Santa Cecilia de Roma, su historia merece una entrada aparte.

En esta ocasión quiero contarles que ella es reconocida como la patrona de los músicos; de todos, de los que tienen millones de reproducciones en YouTube y de los que alistan por la noche sus instrumentos para ganarse la vida con serenatas; de los compositores laureados y de los que, sin muchos premios, expresamos a través de la música lo que sentimos.

El nombre de esta entrada es un reconocimiento a todos los músicos del mundo y se inspira en una canción del italiano Eros Ramazzotti, quien de manera genial describe lo que debería ser la música para todos.

Música es:

«Mirar hacia lo lejos, dentro de ti mismo»

«La danza regular de tu pecho respirando junto a mí, la fiesta de tus ojos siempre que me miras»

«Música es, la ayuda que me falta cuando me siento solo»

Por muchas razones la música es una compañera ideal. “El espejo al que nos asomamos todos y vemos nuestros sentimientos» como alguna vez me escribió Santiago Cruz. Es la voz que refleja nuestro sentir, la que escucha en silencio y nos devuelve lo que esperamos; la que acompaña las noches, el ejercicio, una buena velada, un largo viaje… la vida, que es el más largo de todos los viajes.

Por eso me di a la tarea de hacer un Playlist en Spotify que tiene canciones de escritores o intérpretes que nacieron en este mes. Y bueno… fue un reto difícil porque hay muchos géneros. Pero espero los acompañe, a pedacitos,o completa, seguida o en modo aleatorio, como quieran, pero que nos comuniquemos a través de ella.

Inicia con una canción de Pedro Capó que refleja mi sentir de la vida y lo que le pido a mis amigos cuando me vaya. Art Garfunkel con sus Bright Eyes, Luis Eduardo Aute, poeta español con una nostalgia que celebra lo absurdo de estar vivo sin tu latido. El Limón y la Sal de Julieta, la magia de Tina Turner con la versión rockera de Eros; Jimi Hendrix, una de mis bandas favoritas: Red Hot Chilli Peppers; rockeando juntos en el mundo libre con Neil y obvio, por supuesto, el maravilloso mix de David Guetta.

Pero tiene que haber toques latinos, por supuesto. Eso se lleva en la sangre. Aún no se puede medir en ningún examen, pero ahí está. Entonces Justi Barreto (el de un Verano en Nueva York, ¿recuerdan?) trae su Summer Love y de ahí en adelante Santitos Colón en una versión maravillosa de Usted; Joe Arroyo con la canción de sus fantasmas (después les cuento la historia); dos de Los Lebrón, de mis preferidas; dos virtuosos de la trompeta y el trombón, Arturo Sandoval y Conrad Herwig, Don Francisco Repilado en mayúsculas, interpretando un pregón hecho por todos los cubanos y después todo el mundo: La Guajira Guantanamera. Sigue Son 14 para ver si Algún Día Vuelves a Llamarme y una «ñapa»: La canción 31 es Te Quiero, escrita por mí en 1994 y mi Son Favorito gracias a los arreglos de Davinci y los músicos de Los Fenix de Colombia.

Este es el enlace:

Noviembre by Lucho Salgado

La vida es música, porque la música es todo, familia, amor, salud, alegría, tusa agropecuaria, rumba, noche, vida.

Si les gusta, graben la Playlist y compártanla, me cuentan qué les parece. Se valen sugerencias y PQRs

Abrazo y feliz día del músico este 22 de noviembre que se celebra todo el mes, todo el tiempo.

Con cariño, Lucho Salgado

Dos años después

                    Dos años después 

Aún se llenan mis ojos de lágrimas, de esas que evocan alegría, orgullo, emoción, felicidad total. Las notas de los cornos franceses me avisan que una noche mágica se aproxima, como en un barco que se alista para zarpar; siento que el viaje está por empezar, ¡y que viaje!

Las primeras notas las escucho sentado, porque, bueno… es sinfónico. Pero la salsa que me arrulló desde niño se mezcla con mi sangre y mis piernas se impulsan con voluntad propia. No vuelvo a sentarme en toda la noche, quiero gritar, cantar porque el alma se quiere salir de emoción, quiero volar y llegar a la plazoleta de San Francisco justo en ese sábado de 1984 cuando por primera vez vi a esos muchachos que tocaban con el alma para 10 personas que no podíamos creer lo que pasaba. Yo tenía 13 años y en una hoja de mi cuaderno, que ya borró el tiempo, quedaron los autógrafos de Macabí, Tarry, Pichirilo, Fabio Jr. Oswaldo que ha estado desde siempre y, por supuesto, el maestro Jairo. Ahí me enamoré de Niche.

Ayer retumbaron de nuevo los sonidos y las voces que son parte de mi vida. Orgulloso de ser caleño, de sentirme identificado en el arte, representado por La Orquesta Sinfónica de Colombia y el Grupo Niche de Cali. Sí, el de Quibdó, el de Bogotá, el de Colombia y el mundo, pero sí el de Santiago de Cali. Ayer bailé hasta que mis pulmones olvidaron sustos pasados y grité con el corazón, el mismo que me salvó la vida y que ayer no sabía si latir o cantar. Hizo las dos.

Lágrimas de emoción de estar vivo, dos años después 

24 mayo 2025

Bogotá 

Él

Caminaba como si el mundo le perteneciera y quizás así era. Cuando entraba a cualquier lugar atraía mirabas y no podía pasar desapercibido. Había descubierto que su fuerza interior era poderosa y había aprendido a intensificarla para lograr lo que se proponía. No había nada en el mundo que no pudiera obtener, ni presa en la tierra que se le hubiera podido escapar. Y no. Nadie le había dicho que no, al menos de manera definitiva.

Entonces sabía de su poder y lo manejaba de manera segura, casi arrogante. La adrenalina que le generaba cada nuevo reto era abrumadora. Era una droga necesaria para un cuerpo dependiente de las emociones y una mente ávida de alimento. Era un depredador especializado en observar, acechar a su presa y devorarla. ¿Lo más sorprendente? Las víctimas disfrutaban ser devoradas. Ninguna parecía alejarse a pesar de las advertencias; eran seducidas por una telaraña que se volvía un veneno. ¿Demasiadas? ¡Jamás! Nunca sería suficiente.

Un aroma, un trozo de piel, una mirada. Cualquier detalle podía disparar el instinto y activar los sentidos de cacería. Le gustaba coleccionar almas. Era un Dr. Jekyll moderado y un Mr. Hyde desbordado.

La Noche (Parte II)

Sí. Bastó una mirada para que la encantara, la confundiera, le hiciera preguntarse mil cosas.

Intentó zafarse de los ojos de él, pero algo en ella la detenía en ese momento y en ese trance.

Su cuerpo empezó a experimentar sensaciones en todas partes y supo que ya no era dueña de sí, que le pertenecía a aquel que con solo mirarla había derribado todas sus barreras. Se aferró a la mano con la que venía, pero era tarde. Ya volaba lejos de esa habitación y nada volvería a ser lo mismo. Tenía esa mezcla de emociones, miedo, ganas infinitas, droga en el cuerpo, huracanes en su estómago y lluvias intensas en donde no debería caer una gota; no sin el permiso de su mente.

Pero de qué hablaba. Él no necesitaba permisos, ya estaba dentro de ella.

La Noche parte 1 (micro cuento)

Estaba nervioso. Tenía la sensación de que un depredador estaba cerca, acechando, en medio de las sombras. El sol dio sus últimos brillos y partió; llegaba la noche, la cómplice, la de los bajos instintos y las pasiones profundas. Tenía miedo y se podía oler, no se podría defender, su olfato le decía que el mismo diablo había bajado esa noche. ¡Sí, bajado! Eso se siente, se teme, se huele, se sabe. Tenía que entrar y decidir por fin su suerte.

Tuvo miedo. ¡No! Nunca había dejado de tenerlo realmente. Quizá no me note, se dijo; quizá si no hago ruido, si no llamo la atención. Quizá no se fijaría en ella y podría retenerla una vida más. Y entonces entró. No lo vio en ninguna parte, respiró profundo y agradeció al que todo lo puede. Cuando volteó para disfrutar de la noche, a su modo, sintió la presencia del que domina lo humano, lo básico, lo desenfrenado. Intentó huir pero ya era tarde. Una mirada de fuego lo atravesó sin resistencia y solo lo dejó ir para dominar los ojos de aquella que no quería perder. Pudo sentir como se le escapaba el alma y la de ella; pudo ver que estaba perdido. Él estaba ahí y la había reclamado. Podría pelear, moriría seguro, pero igual para qué su vida sin ella. Tuvo miedo. ¡No! No había dejado de tenerlo jamás.

Alimento para el cuerpo y para la mente

Es cierto que nos comunicamos a través de nuestros sentidos, de nuestra piel, nuestra postura, nuestras palabras; entendemos lo que nos rodea y nos relacionamos a través de los sensores que hay en nuestro cuerpo. Pero también es cierto que lo que pensamos se refleja en nuestro cuerpo. Somos lo que sentimos y nuestros pensamientos se expresan de manera física en nosotros.

Hemos escuchado o leído muchas veces que algunas enfermedades son el resultado de nuestros pensamientos; somatizamos lo que sucede en nuestra mente y lo volvemos físico. Lo positivo es que también podemos generar bienestar desde nuestros pensamientos, podemos ser mejores, más felices, tener más tranquilidad simplemente cuando alimentamos nuestra mente de la misma forma que lo hacemos con nuestro cuerpo.

¿Cómo logramos alimentar nuestra mente de la manera adecuada para que esto se refleje en nuestra vida?

Mi primera recomendación salida de mi propia experiencia, como todo lo que escribo en Estructuradamente, es sonreír. la sonrisa te cambia desde adentro, para bien. La sonrisa te pone en otro estado de ánimo, te relaja, te dispone a ver las cosas de mejor manera; la sonrisa desbloquea tu cuerpo para agudizar los sentidos y además evita que fácilmente dañen tu estado de ánimo.

No hace falta tener un estímulo externo para sonreír, como he escrito en muchas ocasiones, todo lo que necesitamos está dentro de nosotros. Tampoco significa que finjamos ser o sentir algo que no somos, pero la sola decisión de mover los músculos que activan la sonrisa, constituye un poderoso mensaje para todo el cuerpo: la orden es estar mejor. ¿Puede un simple movimiento cambiar lo que sentimos? Yo creo que sí. Decidir sonreír lejos de ser un engaño es una condición general en la que mente y cuerpo se ponen de acuerdo. Hagan el ejercicio, se sorprenderán.

Ayer le escribí a alguien que ha estado con algunos temas médicos hace un par de meses. Le dije que tenía que alimentar el cuerpo y la mente. Por supuesto que hay que trabajar en las defensas, mejorar la condición física con una sana alimentación y vitaminas; pero también hay que fortalecer la mente.

Bienvenido todo lo que te distraiga, lo que te enamore, lo que te apasione, lo que te haga sonreír. Cada momento del día es una oportunidad. Cada experiencia rodeados de positivismo, de amor, de sonrisas, es un punto más de carga para nuestra batería interna. Restar molestias y sumar sonrisas poco a poco va fortaleciendo la mente y el espíritu y definitivamente van haciendo más fuerte nuestro cuerpo.

Alimenta tu cuerpo pero no dejes de lado tu mente. ¡Sonríe! Aún si pareciera que no hay motivos, siempre los hay.

¿Nos proponemos sonreír más?

Detalles

“El diablo está en los detalles” (The devil is in the detail) es una frase que proviene de un proverbio alemán que reza “Dios está en los detalles”. Quizá fue modificada con el tiempo para reforzar el hecho de que nada puede ser tomado a la ligera y que todo es susceptible de ser analizado en detalle para encontrar, seguramente, sorpresas no tan agradables.

Lo cierto es que la vida está llena de detalles; la vida misma se construye a través de ellos. A veces pasan desapercibidos, pero son justamente estos pequeños demonios los que pueden constituirse en puntos de inflexión, marcadores, hitos o simplemente llevarnos a situaciones irreversibles. Son cosas pequeñas, pensamientos inofensivos a primera vista, sonrisas e incluso suspiros. Pero también son olvidos, ausencias, pequeños cambios que hacen toda una diferencia para quién observa, para quien los espera.

Es cierto que no podemos quedarnos viendo el árbol y perder de vista el bosque. Pero también es importante percibir los pequeños cambios, pues estos van apilándose hasta formar las grandes transformaciones. A diario pensamos que vivimos en un mundo de generalidades, pero lo cierto es que construimos nuestras vidas con esas pequeñas decisiones que tomamos, con esos pequeños detalles que dejamos o no pasar.

“El diablo está en los detalles” y seguramente seguirá estando en ellos. Son privilegiados aquellos que lo ven todo, que son capaces de obtener hasta la más mínima información del universo, aquellos que no dejan pasar nada por alto. Son los que pueden tomar decisiones con mayor claridad y aprender rápidamente de las equivocaciones.

Aquellos que están pendientes de las pequeñas cosas, son los que más disfrutan de los grandes sucesos. Porque toda historia maravillosa empieza o termina en un segundo, en una respiración contenida para procesar información, en un detalle.

Los detalles enamoran o desencantan; los detalles construyen grandes éxitos o fracasos monumentales. No hay que quedarse en ellos pero hay que saber verlos; no se puede perder el objetivo final, pero hay que conseguir primero las pequeñas metas.

¿Difícil? Claro. No hay una receta. Pero sí se puede mejorar aprendiendo a escuchar, recordando las cosas importantes de cada jornada, haciendo un pequeño balance en las noches de nuestros días y empezando a atar los cabos de todo lo que nos sucede. Con el tiempo, habremos aprendido a percibir lo que alguien quiere decirnos y no se atreve, lo que está mal y aún puede ser corregido, lo que está sucediendo y debe ser modificado rápidamente.

Claro que es difícil, pero escuchando, observando y tomando nota, se puede esteucturar nuestra mente y llegar con mayor certidumbre al éxito.

Como diría el gran Cantinflas, “Ahí está el detalle”

¡Cuéntenme! ¿Son Uds. Detallistas?

Feliz semana y nos seguimos escribiendo.

Paletas y números

¿Qué pasa si le digo a mi mente no más?

El peor enemigo que podemos tener es aquel que vive dentro de nosotros. El enemigo más poderoso que podemos tener es nuestra propia mente, porque confiamos en ella, dependemos de ella y principalmente porque tendemos a creer todo lo que nos dice. Por eso cuando nos juega malas pasadas, nos llena de miedos, tristezas o fantasmas, se vuelve muy difícil convivir con ella.

Pero ¿qué sucedería si un día decidimos no escucharla, pedirle que detenga los pensamientos, decirle que no necesitamos sus miedos o sus problemas? ¿Qué pasaría si categóricamente le hacemos saber que está para ayudarnos en hacer de esta vida algo mejor, y no para hacernos desperdiciar esta oportunidad única que tenemos de vivir?

¿Imposible? ¡No realmente!

Desde la óptica de mi experiencia y sin pretender ser un experto, creo que tenemos dos mecanismos en nuestro cerebro: la imaginación y la razón. El primero es mágico, necesario para soñar, especial y absurdo a veces; es el de los arcoíris que llevan al tesoro perdido y las paletas de sabores extraños. El segundo responde a las verdades exactas del universo y la matemática; es frío, claro y conciso. Dependemos de este para mantener nuestros pies en la tierra.

Necesitamos de ambos para ser integrales y exitosos, son necesarios para vivir en sociedad y definitivamente para alcanzar la felicidad.

Así que cuando el lado racional tome ventaja, permítete soñar un poco, corta las amarras y escápate a una nueva aventura, viaja, ¡vive!

Y cuando empieces a darte cuenta de que muchas cosas extrañas se están apilando en tu mente, sé claro: detente y pon tus pies sobre la tierra, deja las tonterías a un lado y vive tu vida.

Nada es fácil pero tampoco hay demasiadas cosas imposibles, solo hay un montón de tareas que nunca empezamos por miedo o por pereza.

Así que ningún extremo es bueno. Busca el balance y nunca pierdas ni tu cielo ni tu piso, pero sobre todo, no pierdas la capacidad que tienes para evitar que un solo lado de tu mente controle tu mundo, porque somos un cúmulo de sensaciones, pensamientos y hechos.

Ni el miedo es lo peor ni la osadía es siempre la solución. La mente es nuestra gran aliada, nuestra mejor arma y algunas veces puede ser nuestra peor pesadilla, pero siempre podemos decirle que pare de jugarnos malas pasadas.

Felices fiestas para todos

Estructuradamente

With all my love to my Strawberry Lolipop

Feliz vuelta al sol para Estructuradamente

Ha sido un año maravilloso

El año en el que empecé a escribir Estructuradamente y con toda la humildad, tratar de compartir algunas de mis experiencias.

Hubo fantasmas, miedos, baches, pero sobre todo muchas ganas y la alegría de ver todos sus comentarios.

45 entradas y un podcast

2,428 visitantes de 32 países

7,634 visitas

Feliz vuelta al sol para Estructuradamente

y gracias a todos por leerme y por compartir sus propias experiencias.

El extraordinario poder del agradecimiento

A pesar de ser un gesto tan poderoso, muchas personas no entienden su efecto y a algunas les cuesta agradecer o incluso recibir agradecimientos.

La palabra gracias no es precisamente una de las más usadas en el idioma español. De hecho decimos más, gobierno, presidente, político y hasta Luis. Sin embargo es una de las palabras que aprendemos primero en nuestro idioma nativo y lo hacemos también cuando aprendemos una lengua nueva. Quizá es porque es una de las que más necesitamos cuando nos exponemos a un ambiente totalmente diferente.

Su uso es cotidiano y hasta rutinario, se ha evaluado desde la óptica de la buena o la mala educación o hasta su connotación en comunidad o en familia. Hay quienes exhiben reglas para definir cuando es apropiado decir o no gracias. Hay reglas de mesa sobre el número de veces apropiado para hacerlo y de su utilización dependiendo del país en el que se esté. Podríamos hacer todo un análisis sobre su uso, pero no es esto lo que quisiera compartir con Uds. El día de hoy; no quiero hablar de acepciones o de buenos modales, mucho menos de etiqueta.

Lo cierto es que agradecer es algo muy simple; decir gracias es la formalización de ese acto, es dejarle saber a los demás o incluso recordándonos a nosotros mismos la gratitud por cualquier circunstancia.

No tiene que pasar nada gigantesco ni necesariamente debe haber un sacrificio para agradecer; se agradecen las cosas pequeñas también. El solo hecho de agradecer en las mañanas por otro día más de vida, por las cosas buenas, por la familia o por los hijos, implica aceptar las cosas maravillosas que tenemos y esto causa ya un efecto importante en nosotros. No importa si le agradecemos a nuestro Dios, a la vida o al universo, internamente eso hace la diferencia en nosotros.

Cuando agradecemos a las personas el efecto es doble porque es especial hacerles sentir que han hecho algo por nosotros o que estamos simplemente felices de que estén a nuestro lado. No se trata de que solo podamos decir gracias cuando nos hacen un favor, o que deba pasar algo significativo. También podemos agradecer el amor o los actos desinteresados que los demás hacen por nosotros. Agradecer es darse cuenta y dejarle saber a los otros que nos sentimos bien con algo que han dicho o hecho, agradecer es entender que estamos recibiendo lo mejor.

Es cierto que la palabra Gracias puede volverse rutinaria, sin embargo no podemos desconocer su poder. Por ejemplo en las estaciones del metro de Londres, en hora pico, cientos de personas te rozan en su afán por llegar a su destino, y la mayoría de ellos se disculpan cuando lo hacen. A pesar de ser un gesto automático, tiene un efecto poderoso en la manera de convivir y sobrellevar las tremendas aglomeraciones que se presentan. Sucede igual cuando decimos gracias. Podemos decirlo muchas veces, pero mientras exista la intención correcta, su efecto siempre será positivo.

Yo uso mucho la palabra gracias y trato de ser muy agradecido con quienes me rodean, con la vida y conmigo mismo. Lo hago con la gente que me ama y agradezco el amor que me dan, porque realmente no agradezco que me amen sino su apoyo, su incondicionalidad, su manera de hacerme sentir bien y querer lo mejor para mí. Me dicen muchas veces que no debo dar tanto las gracias, que hay cosas que no se agradecen. Creo que van a tener que acostumbrarse a escuchar o a leer esa palabra conmigo, porque es mi manera de hacerles saber que siento y recibo de la mejor forma todo lo que me regalan a diario.

Agradecer te reconcilia con el universo y con las personas. Es un acto que contiene humildad, amor, reconocimiento y respeto. Tiene el poder de hacer sentir mejor a los demás y a sí mismos; nos hace mas conscientes de lo que tenemos y de nuestra función en el mundo.

Creo que debemos dejar de pensar tanto en la definición de diccionario de la palabra, brindémosla y ofrezcámosla con generosidad, sin que se vuelva un acto vacío pero sí constante. Agradezcamos más y sobre todo a quienes amamos, a quienes no la esperan. Es una palabra poderosa que representa un acto que nos hace mejores. ¡Usémosla más!

Gracias por leerme y como siempre, déjenme saber sus opiniones.

Feliz fin de semana

Gracias a mi Dani por dejarme usar su foto para portada de esta entrada.