¿Qué significa tener éxito?

¿Es el dinero, el poder, el reconocimiento o simplemente poder lograr lo que nos proponemos?

Hace unos días leía unos apartes de un libro que hablaba sobre lo que significa el éxito para diferentes personas. Y pensaba que no solo tiene que ver con las diferencias específicas de cada uno de nosotros, sino también con la edad y el momento de la vida en el que nos encontremos.

También escuché a alguien en un evento público que mencionaba que para él no había que tener un gran sueño sino tener varios objetivos que nos permitieran tener triunfos rápidos. Desde su punto de vista cuando nos enfocamos en un solo gran objetivo y nuestra vida gira en torno a eso, tendemos a perder la perspectiva y podríamos estar dejando de lado cosas pequeñas que también son importantes.

Como en todos los temas que tienen que ver con la mente, no hay una respuesta absoluta ni un solo remedio. Cada uno debe descubrir dentro de sí la manera de solucionar las dudas. Lo que funciona para una persona, no necesariamente es la salida para otra, y aunque es válido aprender de los demás, solo dentro de nosotros están las verdaderas respuestas a nuestras preguntas.

Así que vamos por partes.

Para algunos el dinero es la escala de medición de los triunfos; el dinero trae consigo comodidad, reconocimiento, independencia y estabilidad entre otras cosas. Para estas personas, el dinero debe ser una consecuencia directa del éxito, quien tiene dinero es porque ha logrado lo que se ha propuesto.

Para otros el poder es la consecuencia directa del éxito. Tener poder implica tener acceso al dinero y por lo tanto a todos los elementos relacionados con él. Incluso sin que esté plenamente asociado a la parte económica, tener poder significa poder controlar, manipular o dirigir las cosas en beneficio de un fin específico.

Para otros el éxito está ligado al reconocimiento. A todos en mayor o en menor medida nos gusta que se nos reconozca, que se nos denomine referentes, que se nos aprecie, que se nos escuche o nos sigan. Para algunos el éxito está definido en términos de “me gusta” o de seguidores, y el poder dirigir la opinión de quienes nos siguen también es una fuente de satisfacción y señal de éxito.

Sin embargo existen muchas personas que han triunfado en la vida y se caracterizan por su humildad y por no tener perfiles altos o ser boyantes económicamente hablando. ¿Cómo medir entonces el éxito si todos tenemos referencias tan diferentes?

Desde mi punto de vista el éxito está relacionado en gran parte con lo que nos apasiona. En cada momento de la vida los retos son diferentes y conllevan esfuerzos disímiles. Sí de joven medimos el éxito por el poder, quizá de viejos busquemos solo reconocimiento. Sí en algún punto de nuestras vidas tener dinero lo es todo, quizá en otro momento la tranquilidad sea lo más importante. Así que el éxito no es absoluto ni mucho menos permanente una vez adquirido. Cómo depende de nuestras metas y estas son variables en el tiempo, pues requerirá motivaciones diferentes y esfuerzo continuo para conservarlo. Esta, sin embargo, es mi apreciación y no tiene que ser válida para todos.

Tal vez en lo que si podemos coincidir es que el éxito debe responder a nosotros mismos y no a lo que piensen los demás, porque si es difícil estar bien con uno mismo, imagínense tratar de complacer al resto de la humanidad. Además, cuando uno empieza a actuar en función de lo que digan las otras personas, se nos pierde la brújula y empezamos a apuntar a todas partes: el artista buscará hacer obras basadas, no en su gusto, sino en la moda que otros le indiquen, el pensador perderá su propia opinión reemplazándola por la de los demás, cediendo así su originalidad. La figura pública se volverá un esclavo de sus seguidores.

También será más fácil triunfar copiando lo que ya está dando resultado, pero siempre será más gratificante y exitoso hacerlo con nuestras propias ideas. La creatividad, la iniciativa, la responsabilidad, la capacidad de medir y tomar riesgos y la perseverancia son cualidades difíciles de encontrar y más aún hallarlas todas juntas, pero indudablemente el éxito real y duradero, requerirá de algunas o de todas ellas en conjunto.

La medida del éxito, aunque tenga un componente externo importante, deberá responder a nuestros propios deseos, pues de nada sirve tener todo lo que uno no quiere o no puede disfrutar.

Finalmente, creo que el primer paso es saber qué se quiere. Ya sea un gran sueño o varios objetivos pequeños, deberá estar claro en nuestra mente lo que queremos. De otra forma ¿cómo saber si se ha alcanzado el éxito si nunca supimos lo que buscábamos?

Feliz fin de semana y un fuerte abrazo a todos, especialmente al Usher Mayor quien por estos días batalla con algunas dolencias de salud, pero que seguramente saldrá vencedor.

¿Para Uds. Qué es el éxito y cómo lo miden?

Luis

Si mañana todo se acabara

¿Qué harían si tuvieran la oportunidad de hacer todo lo que quisieran por una última vez? Si les dieran la posibilidad de usar los últimos días de sus vidas para cerrar las cosas inconclusas y disfrutar de todo lo pendiente.

Puede que sea un tema trascendental y hasta denso pero es una pregunta que yo mismo me hago todo el tiempo: ¿cuál es el balance adecuado entre disfrutar el hoy y ser precavido para el mañana?  En los extremos tenemos, por un lado,  a aquellos que se dedican a vivir el presente sin tener en cuenta el futuro; poco ahorran, disfrutan cada día como si fuera el último y atesoran cada segundo como un regalo. Por otro lado están aquellos conservadores que tienen asegurado su retiro, que son frugales, que guardan cada centavo esperando poder disfrutar en la vejez de todo el trabajo que hacen. Yo creo que debe existir un balance entre disfrutar del presente y prepararse para el futuro y que ese punto medio debe ser definido por cada uno de nosotros.

La vida es una caja de sorpresas que puede cambiarnos las reglas de juego en cualquier minuto. En un abrir y cerrar de ojos, todo lo que teníamos puede desaparecer y la manera en la que vivimos puede dar un giro de 180 grados. Nuestra salud y nuestras finanzas personales son temas que no están enteramente bajo nuestro control, son variables que dependen de múltiples circunstancias y que pueden tener desenlaces inesperados. En cuestión de segundos podemos pasar de un estado en el que somos sanos y fuertes a pelear por mantenernos con vida. En un instante podemos despedirnos de los que amamos y al siguiente dejar de verlos definitivamente; podemos desaparecer en el movimiento de un abanico, porque así es la vida: caprichosa e indefinida.

Nadie puede pretender vivir esperando que algo le suceda, al contrario, la mente debe estar enfocada solo en pensamientos positivos. Sin embargo no deja de ser una realidad que todo puede cambiar ligera o radicalmente. Desde esa perspectiva, hay que valorar cada respiración y grabar en nuestra memoria cada experiencia con intensidad. Nuestra vida es como una alcancía y va a estar repleta de las cosas que pongamos en ella: aventuras, cenas con la familia, risas, amor, pero también preocupación, tristezas y amarguras. Si al final del día no podemos llevarnos con nosotros nada de lo que materialmente recolectamos en la tierra,  entonces ¿por qué a veces tenemos esa obsesión por llenarnos justamente de cosas materiales?

Tampoco podemos despilfarrar lo que tenemos en un día sin pensar en que habrán oportunidades más adelantes de disfrutar y que tenemos que estar medianamente preparados. Creo que la clave está en trabajar y vivir intensamente cuando se es joven y el cuerpo aguanta; en disfrutar cada chance que tenemos de conocer, de viajar, de aprender; en vivir a plenitud sin preocuparse demasiado por lo que ya pasó y en tener un ojo puesto en lo que viene pero entendiendo que la única realidad  es este segundo que acaba de pasar.

Si yo pudiera precisar con exactitud la fecha de caducidad de mi cuerpo en la tierra y tuviera unos días para cerrar mis asuntos, entonces ciertamente amaría más, pelearía menos, correría sin miedo a cansarme, sin guardar energías para el día siguiente. Exploraría más, repetiría menos, trataría nuevos platos, cantaría más fuerte, abrazaría más, saludaría con más ganas, perdonaría todo y pediría más perdón. Tendría menos miedo, estrenaría más, tendría menos discusiones y más conversaciones, vería menos series y saldría más a la calle, menos redes socales y más cafés con mis amigos. Si estuviera seguro de que me queda poco, entonces no vaciaría mis cuentas de banco pero me compraría eso que siempre quise, le diría a aquellos a quienes herí que lo lamento mucho, regalaría más, terminaría mi libro por el placer de saber cómo termina.

Muy pocas de las cosas que haría tendrían que ver con el dinero. Creo que es porque las cosas que verdaderamente llenan el alma son más simples e intangibles. Siendo así, entonces podría poner en práctica lo que Steve Jobs alguna vez escribió:

¨si vives cada día de tu vida como si fuera el último, algún día realmente tendrás razón¨

Y  viviría como si no hubiese mañana para el amor, para reírme de los chistes flojos, para abrazar, para sonreír. Siempre dejaría algo en el banco pero trataría de no guardarme nada en el corazón. Creo que ese sería mi balance ideal.

¿Qué harían ustedes si tuvieran la misma oportunidad?

Feliz fin de semana.

La foto de hoy es de la talentosa Natalia Maca. Síganla en Twitter e Instagram como Artedisc_Rock.

Maestros

De todos podemos aprender algo y terriblemente equivocado está el que cree que ya lo sabe todo. La vida te da la oportunidad en cada segundo de descubrir y entender cosas nuevas, a veces basta sólo con poner atención y las respuestas empiezan a revelarse por sí solas.

En esta etapa de mi vida en la que me debato entre hacer realidad los sueños y volver a la zona de confort que ya conozco, se hacen evidentes las personas con una presencia espiritual superior, aquellos con habilidades superlativas en lo que hacen y de otros cuyo esfuerzo mueve el mundo. Todos ellos son Maestros.

No sólo el catedrático es maestro; ellos por supuesto son en la mayoría de los casos la muestra fehaciente de sacrificio y dedicación: ¨La profe¨ por ejemplo, se cansó de enseñar a leer y escribir a hijos, nietos, familia y amigos. Su método paciente y amoroso era el reflejo de una vida en la que dio todo lo que pudo por los demás sin esperar ningún reconocimiento, ella fue maestra de luz primero en su alma y eso le hizo fácil ser maestra en el salón de clase.

Maestra aquella que desde la tranquilidad de su práctica ve las cosas de una manera simple pero profunda. Siempre presta a escuchar y a acompañar a aquellos que la necesitan; aún con sus debates internos y en la lucha por hacer de lo que hace algo masivo, pero en el camino correcto  a lograr lo que tiene dibujado en su mente.

Maestros los que  interpretan y entienden  la música como parte de sí, son los que escuchan los sonidos de la naturaleza y pueden descifrar todas las tonalidades y no sólo su estructura sino su significado. Son aquellos para los que una partitura es sólo el reflejo de los sentimientos, la creatividad y la imaginación hechas papel. Son los que pueden descifrar una letra y vestirla con notas, son los que hacen magia en forma de canciones.

Maestros los que bailan y han hecho de su pasión un referente para los demás, los que creyeron en sus pies (su corazón) y se dedicaron a mostrarle al mundo la rapidez, la cadencia, la sensualidad, el vértigo, la coordinación y la excelencia de un movimiento en una tarima.

Maestros los padres y los abuelos que te hablan desde la experiencia, maestros los que conectan el alma con la razón y comparten con humildad lo que crece dentro de sus corazones en forma de arte; maestros aquellos que desde la sabiduría que da haber vivido te venden una fruta y te dan una lección de vida o te cuentan una historia o una anécdota que vale oro. Maestra la chef que no sigue recetas sino el instinto desarrollado a través del amor por lo que hace, maestro el que te hace reír desde la soledad de un escenario, maestro el que escribe dejando volar la imaginación y lejos de los prejuicios dejándote ver su interior sin temores para que lo conozcas, maestra la vendedora de comida que agotada aún tiene tiempo para hacer feliz a alguien más con su comida.

Rodeado de ellos te sientes creativo, fuerte, sintonizado, confías en que hay algo más que fanatismo o luchas sin sentido, que hay una esperanza para borrar la corrupción y la maldad y que todos tenemos en nuestro sino crecer y ser mejores.

A mis maestros de infancia y de ahora mi más profundo agradecimiento, la vida está llena de maestros y yo estoy feliz por tener muchos a mi lado.

Todo lo mejor

Luis

Maestro,

Que se destaca por su perfección y relevancia dentro de su género

Persona que enseña o forma, especialmente aquella de la que se reciben enseñanzas muy valiosas

Fuente: www.google.com

 

¡Mis procesos y yo!

 

 

 

No hace mucho tiempo una voz llegó a mi cabeza diciéndome: ¡no puedes seguir así, tienes que cambiar!

Esta voz me decía que había algo en mí que no me dejaba avanzar, que  estaba desperdiciando los mejores años de mi vida, que el éxito personal no estaba llegando,  que era hora de actuar  y dejar de sufrir como consecuencia de mis conductas y sentimientos, las cuales yo creía que  eran buenas y que no tenía por qué cambiar.

Pero decidí dar un paso adelante y empecé a buscar respuestas, encontré que podemos tener una distorsión de nuestra imagen o tener la creencia de que somos superiores o inferiores a lo que somos en realidad. Es una mezcla entre lo que somos, lo que queremos ser y lo que quieren los demás que seamos.

Para luchar con nuestros deseos y nuestros límites está el Ego. Sin entrar mucho en detalles, el Ego es creado desde el día en que nacemos, desde ese momento empezamos a llenarnos de un montón de creencias que tienen mucho que ver con el entorno social, familiar y educativo en el que hemos nacido, igualmente donde se nos hace creer que estamos aquí para tener éxito a través de la compra de un auto último modelo,  una casa enorme, dinero por montones, y muchas otras cosas materiales.

Pero sólo cuando sientes esa insatisfacción, desesperación, tristeza o cualquier otro tipo de sentimiento que nos hace tocar fondo, es cuando  empiezas a observarte a ti mismo e identificas todas esas conductas que nos afectan, entonces podemos descubrir quiénes somos en realidad, y empiezas a experimentar un nivel de conciencia de lo que te está pasando y es allí en ese preciso instante que sientes despertar.

En mi caso había  pasado años construyendo esa imagen de mi Ego, viviendo dentro de ella, y reforzándola, y después de tantos años por fin tenía algo claro:  ese cambio me tomaría tiempo y  práctica pero había que hacerlo. Entonces, inicié mi transformación con una pregunta:

¿Hasta cuándo vas a permitir que tus sentimientos te sigan ocasionando infelicidad?

Para llegar a la respuesta me hice primero varios planteamientos.

A veces sin saberlo, nos creemos el ombligo del mundo, el centro del universo; empezamos a tener conductas que dependen de los demás, esto es, que los  demás se comporten como yo quiero,  que tendremos un buen día si me tratan bien,    si la economía o la salud del país mejora etc. Sin embargo cuando ocurre  lo contrario y el día no resulta como lo pensamos, entonces nos molestamos, lo convertimos en un problema y generamos un nivel de malestar enorme.

Nuestro Ego se mortifica por esa insatisfacción ese  sufrimiento que permanece en nosotros,   gracias a ese malestar,   culpamos  a los demás y esperamos que  el otro sea el que cambie para  poder ser felices y si no, seguiremos en  conflicto permanente al no podernos quitarnos la venda de los ojos y mirarnos al espejo –un espejo a veces no es físico- para vernos realmente como somos.

Es muy difícil de aceptar cuando  tenemos conflictos con los demás, pero es muy fácil solucionarlos, sólo es tomarse un momento para entender lo que ha sucedido y comprender que actuamos desde nuestro Ego,  todos tenemos  la capacidad de reaccionar y la  habilidad de responder de la manera  más sabia, tampoco tenemos idea de la batalla interna que tienen las otras personas y por eso su reacción.

Después de entender todo esto, me declaré en proceso de aprendizaje, lento pero seguro; más consiente de  la calidad de pensamientos que pasan por mi cabeza y sin darle tanta importancia a las situaciones externas; dispuesta a prestar atención a la complicada tarea de conocerme a mí misma, porque  sé que siempre puedo modificar mi actitud frente a los hechos y modificarlos de tal manera que me brinde bienestar para mí y para los que me rodean.

Entendí que la vida es un proceso de aprendizaje  y de evolución de nosotros como seres humanos,  tengo  claro que mi  Ego siempre va a estar en permanente conflicto, pero si asumo la responsabilidad de quien verdaderamente soy, tendré la fuerza, el poder, la inteligencia y el bienestar sin límites, podré disfrutar de mis logros, conservar el interés por alcanzar nuevas metas,  y sobre todo procurar vivir en buenos términos con todas las personas.

¿Qué tan importantes han sido sus propios procesos?

Feliz fin de semana y una frase para terminar:

¨El ego es un monstruo fascinante¨ (Alanis Morissette).

Anónimo.

Esta entrada pertenece a un lector que me pidió permanecer anónimo

Algo que me pidieron…

 

El pedido curioso que me hiciste

Me sostiene en un vilo sorpresivo

Cumplir con este reto es muy esquivo

Y difícil escribir lo que pediste

 

Sé que tortuoso puede ser definirte

Y  no sé si podré ser efectivo

Pues oculto persiste tu motivo

En tu mente que es templo y escondite

 

Feliz, de buen humor, siempre sonriente

Fuerte, recto tu espíritu lo siento

Y tu verso sencillo y elocuente

 

Todos pueden decir que no te miento

Si menciono que eres, felizmente

Un  ser lleno de puro sentimiento

 

 

Valor!

¨Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro temor más profundo es que somos excesivamente poderosos. Es nuestra luz, y no nuestra oscuridad la que nos atemoriza.¨

Tomado de un poema de Marianne Williamson.

El sábado pasado tuve la oportunidad de asistir a un espectáculo de comedia de un reconocido humorista vallecaucano, Carlos ¨El Mono¨ Sánchez. Lo había visto una vez en mi vida hace ya más de diez años y no pude coincidir de nuevo con una de sus presentaciones hasta el fin de semana pasado. Poco sabía del Mono además de que me divertía mucho verlo en televisión y que aún recuerdo los chistes que contó ese día.

La noche de este sábado fue emotiva de principio a fin; empezó con un una salida tímida de reconocimiento tras el telón mientras se entonaba el himno de Cali, pude ver al mono respirando hondo y pude desearle suerte, gesto que correspondió con un saludo. La noche continuó con un reconocimiento sorpresa por las 400 funciones de ¨Somos Colombianos y qué!¨ en el que casi al borde de lágrimas Carlos me recordó que, aunque tengamos cara de ponqué, a veces la procesión va por dentro. Para hacerlo corto, hasta matrimonio le pidió Julián a Luz  Mary cerrando el show delante de mil y tantas personas.

¿Pero qué tiene que ver todo esto con el valor? Esa noche supe de una anécdota de hace mucho tiempo. Carlos trabajaba de saco y corbata en la semana y sábados y domingos  hacía reír a la gente. Una noche cuando estaba en medio de una cena de trabajo, un grupo de personas lo reconoció y le pidió contar algunos chistes a lo que él accedió. El día siguiente su jefe le llamó la atención pues, según él,  un ejecutivo no podía pararse en un escenario a contar chistes. Ese día Carlos entendió que quería ganarse la vida haciendo reír y no detrás de un escritorio. Hay que tener valor para tomar esa decisión.

Hay muchas definiciones para esa palabra pero la que me interesa resaltar aquí es aquella que habla de la firmeza, el coraje y la valentía en las acciones. Dice un dicho popular que todos somos valientes hasta que la cucaracha vuela, por eso en los momentos decisivos, en las circunstancias más difíciles, es que se conoce a los valientes. Decidirse a arriesgar lo seguro por la aventura de hacer lo que a uno le apasiona, requiere de mucho valor! Yo sé un poquito de eso. Esa misma noche, Rubén o ¨Mari Consuelo¨ cómo lo conoce la mayoría de la gente en Cali, también nos contó que está a punto de celebrar 20 años de vida sobrio y limpio después de haber sido drogadicto. Ah! Eso sí que requiere valor.

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Y me decidí a escoger esta entrada porque a lo largo de mi vida he visto gente que ha tomado decisiones importantes o ha pasado por condiciones adversas sin dejarse doblegar y ese show cargado de emotividad me lo recordó. Conozco personas que han pasado por pérdidas dolorosas y han salido adelante, otras muy cercanas que jamás volvieron a tomarse un trago después de ser alcohólicos, otros que dejaron su trabajo por dedicarse a su negocio y aun aguantando, se aferran a su plan de vida. Los seres humanos se prueban en la adversidad y es importante entender que cada uno de nosotros tiene dentro de si lo que necesita para conseguir lo que quiere. Somos tan fuertes, tan hábiles, tan listos, tan capaces como queramos ser y aunque dudo mucho que yo pueda ganarle un solo punto de tenis a Roger Federer, sí tengo todo lo que necesito para aprender a jugar. Siempre podemos aprender y siempre podemos mejorar, aquel que no lo haga ya empezó a morir.

Admiro a todos aquellos que no se traicionan a sí mismos, que decidieron seguir lo que les apasiona, a aquellos que se cayeron y a pesar del golpe se pararon y siguieron adelante, admiro a aquellos que luchan con poco, admiro a aquellos que no solo sueñan sino que se atreven a vivir sus sueños. Porque el valor es escaso y creo que el mundo es de los que se arriesgan, porque no hay nada más gratificante que subir la cuesta y contemplar la vista, lo demás es de bajada.

El 20 de Febrero el Mono viaja a Chile como uno de los invitados especiales del festival de Viña del Mar. Ya una vez había dicho que no, pero esta vez va representando a todo un país. Deben estarle temblando las piernas, pero va, porque como dijo Nelson Mandela, ¨no es valiente el que no tiene miedo sino el que sabe conquistarlo¨.

A todos aquellos que tengan un proyecto, que quieran escribir, cantar, actuar, buscar nuevos horizontes, conocer, darse una oportunidad, a todos ellos, ¡ánimo! Una recompensa maravillosa puede estar esperándolos a la vuelta de la esquina, en la cima de su montaña.

Todo lo mejor

Luis

Bibliografía

  1. https://www.significados.com/valor/

Aprender.

img_0796Aprender.

 

Vivir es un constante aprendizaje; el día en que dejamos de aprender también empezamos a morir.

 

La palabra Aprender proviene del latín Aprehendere, la cual está relacionada con la acción de perseguir y atrapar algo; en efecto, aprender implica adquirir conocimiento y fijarlo en nuestra mente, dicho conocimiento puede venir de los métodos de enseñanza tradicionales que vemos durante nuestra vida pero también obtenemos conocimiento de nuestras relaciones, experiencias y de todo aquello a lo que nuestra mente dedique su atención. Este último punto es vital, debemos estar predispuestos a aprender, debemos querer hacerlo. Si bien es cierto que es factible captar conocimiento sin estar concentrado – el cerebro registra miles de imágenes y sonidos que eventualmente hacen parte de nuestra base de datos aún si prestar atención- es también cierto que cuando estamos atentos, cuando estamos motivados, el proceso cognitivo se fortalece.

 

Desde muy pequeño entendí que me era fácil recordar cosas; con sólo prestar atención en clase tenía el 80% de mis exámenes resueltos así que no llevaba cuadernos, no tomaba notas excepto para aquellas cosas que llamaban poderosamente mi atención. Esto no siempre funcionó, la memoria no siempre me ayudó en la escuela y mucho menos en la universidad, las matemáticas por ejemplo, eran un área en la cual mis habilidades innatas no servían de mucho. Mientras que mi cerebro llevaba en piloto automático materias como filosofía, historia, español y ciencias con los números era otra cosa. Para resumirlo en una corta anécdota, pasé trigonometría gracias a que le doné sangre a mi profesora en cierta oportunidad que estuvo hospitalizada. De no ser por mi grupo sanguíneo hubiera habilitado seguramente.

 

Con el tiempo empecé a trabajar en las cosas que no tenía, usaba la memoria pero desarrollé mecanismos de aprendizaje adicionales.

  1. Cuando me costaba aprender algo, lo escribía
  2. Si aún no se fijaba intentaba explicárselo a alguien más (enseñar es la mejor manera de aprender)
  3. También me organicé un poco; confiar en la memoria hace que no tomes notas ni guardes compromisos, normalmente esto no es un problema cuando estudias, pero se hace relevante en tu trabajo.

El punto es que todos tenemos habilidades que nos hacen especiales y todos podemos hacer más con ellas, nuestra tarea es continuar aprendiendo, no sólo trayendo conocimiento sino entendiendo más de nosotros mismos, mejorando, creciendo como seres humanos.

Para mí el éxito de aprender algo radica en estar motivados, en tener nuestra mente abierta. Los niños absorben todo como esponjitas porque están ávidos de información, no tienen miedo a preguntar o a experimentar; a medida que crecemos llenamos nuestro disco duro con cosas que no necesariamente sirven, como prejuicios, temores, resentimientos, preconceptos entre otros, todo esto sólo bloquea nuestra capacidad de ver cosas nuevas, nos hace resistentes al cambio y nos detiene.

¿Por qué es tan sencillo aprender algo cuando de verdad nos interesa?

Mi hija, por ejemplo,  es capaz de leer un libro de 600 páginas en una tarde cuando el tema le llama la atención y uno de 100 en tres semanas cuando no le atrae. La motivación es clave, pero si bien no todo logra atraernos, podemos hacer el proceso de aprendizaje de esas cosas más llevadero con sólo tener una actitud abierta. ¿Cuántas veces nos deleitamos con un plato nuevo que al principio no queríamos probar? O ¿cuántas veces fuimos a ver una película sólo por acompañar a alguien y terminó fascinándonos? Nos privamos de cosas agradables sin siquiera permitirnos experimentarlas.

 

Finalmente hay dos conceptos que me gustaría tocar rápidamente. El primero es el coeficiente intelectual (CI). El CI es, una medida del rasgo de inteligencia que todos tenemos en menor o mayor grado en comparación con otros y no se debe confundir con inteligencia. La inteligencia es ¨el conjunto de las habilidades cognitivas o intelectuales necesarias para obtener conocimientos y utilizar esos conocimientos de forma correcta con el fin de resolver problemas que tengan un objetivo y una meta bien descritos¨ (Resing y Drenth 2007).

 

Mientras que el CI es una referencia que en su resultado varía, esto es, puede ser mayor o menor que el de otro individuo o población, la inteligencia es un concepto abierto y relacionado a varias áreas, (lógica, espacial, musical, emocional etc.) por lo tanto no es tan fácil de comparar, no es fija y puede crecer con el tiempo. ¿Cómo se hace esto último? Hay maneras de ejercitar la mente: intenten con Lumosity por ejemplo, que es una aplicación que desarrolla diferentes áreas como la memoria, atención, resolución de problemas, flexibilidad, velocidad y lenguaje. Con diferentes ejercicios podemos no sólo ejercitarla sino mejorar en cada uno de estos aspectos.

 

El aprendizaje es entonces un proceso integral, está relacionado con todas y cada una de las experiencias que vivimos a diario; la inteligencia es nuestra herramienta para aprender y casi que como un músculo, podemos hacer que crezca y fortalecerla.

 

¿Qué estás aprendiendo el día de hoy?

 

Todo lo mejor,

 

Luis

 

 

 

Bibliografía y lecturas recomendadas

http://www.conceptodefinicion.de

www.ellosviven.worldpress.com

www.123test.es

www.significados.com

www.lumosity.com

 

Decisiones…

Me acerco a un restaurante de comida rápida y después de algunos minutos debatiendo entre las opciones me decido por una hamburguesa que luce suculenta en la foto.

-Una hamburguesa media libra. Le digo con confianza absoluta a la persona que me atiende del otro lado de la caja registradora.

-¿La desea en combo o individual?

-En combo, por favor.

-¿Desea agrandar sus papas y refrescos por tan sólo cinco mil pesos?

-Eh, ¿en qué tamaño viene el refresco?

-Pequeño, mediano, grande, extra y familiar

-Pequeño está bien, ¿puedo cambiar por agua?

Pausa mientras se acerca el supervisor.

-Claro que sí, ¿grande o chica? Me pregunta después de verificar brevemente con el supervisor de turno.

-¿Mediana tiene?

-Claro, ¿con gas o sin gas?

-Sin gas, y pienso que ya estuvo bien de preguntas para una orden de comida rápida.

-¿Desea adición de queso o tocineta para su orden?

-No, así está bien gracias, y me digo a mí mismo que no quiero demorar mucho la fila que se hace más larga con cada pregunta.

-¿Para llevar o comer aquí?

-Para llevar por favor, realmente quiero salir del sitio.

-¿Efectivo o tarjeta?

-Tarjeta

-¿Ahorros o crédito?

-Mejor efectivo

-¿Desea donar para el instituto mental nacional?

-Porque no, le digo, y pienso que quizás después de comerme la hamburguesa salga directamente para allá.

-Mil, dos mil o cinco mil?

-Mil está bien

-Le incluyo el servicio?

-Guarde el cambio por favor, le digo ya desesperado

-En 25 minutos o menos estará listo su pedido

-Gracias le digo y respiro aliviado mientras me doy la vuelta y camino resignadamente hacia un lado del mostrador pensando que ya todo está listo.

-Tiene tarjeta de estacionamiento?

Y hago como que no es conmigo la pregunta y me ubico en la fila para esperar mi pedido.

Esta, aunque algo exagerada, es una anécdota real. El diagrama de flujo para pedir una hamburguesa en este caso no tendría nada que envidiarle a la decisión si lanzar o no un transbordador en misión a la estación espacial.

Bromas aparte, la toma de decisiones es uno de los procesos más difíciles para el ser humano; hay diferentes teorías sobre el porqué de esto, yo tengo las mías.

  1. Nos da miedo fracasar.
  2. Nos da miedo perder lo que tenemos.
  3. Nos da miedo herir a alguien más con nuestras decisiones.
  4. Queremos tener toda la información disponible para tomar una decisión acertada.

El miedo al fracaso.

No queremos correr riesgos, preferimos el ¨status quo¨, el confort que nos da la ausencia de cambio. ¨Lo que está bien no se toca¨ nos dicen constantemente. ¿Para qué arriesgar? ¿Para qué apostar y exponernos a que los demás nos juzguen? Todos estos pensamientos atraviesan nuestra mente, todos son enemigos de tomar una decisión. Fracasar no debe atemorizarnos, quedarnos inmóviles en cambio sí. Es obvio que las experiencias enriquecen y según algunas de las personalidades más notables de la historia como Edison, Ford, Michael Jordan, Coelho, Churchill, Dickens, Woody Allen, Mandela y hasta Mafalda, aquellas experiencias en las que fracasamos, nos dejan mucho más aprendizaje que aquellas en las que salimos victoriosos sin demasiada lucha.

Nos da miedo perder lo que tenemos.

En línea con el punto anterior, si arriesgarnos al fracaso nos aterra, exponernos a perder lo que tenemos nos resulta demasiado difícil sino imposible. Nos sucede en todos los aspectos de la vida, nos aferramos a lo que tenemos y nos negamos al cambio.

Nos da miedo herir a los demás.

Este es un tema delicado. Podemos poner a los demás por encima de nosotros para no herirlos, sentimos una obligación con ellos, preferimos asumir el dolor antes que causarlo. Es egoísmo puro con nosotros mismos, pero al menos el daño ¨se queda en casa¨, convivimos con él  y lo digerimos con un poco de filosofía.

Tener toda la información disponible.

Parálisis por análisis le decimos. En la búsqueda de tomar la mejor decisión nos preocupamos por tener todos los detalles. Es un proceso que deja de ser práctico y se vuelve una excusa para no decidir. Una de las maneras favoritas del ser humano para evitar tomar decisiones es procrastinar. Esta es la capacidad de aplazar nuestras tareas para hacer otras normalmente menos importantes. Pedimos todos los detalles, buscamos todas las variables y nunca estamos conformes con la información. Es temor a fallar y a perder lo que tenemos en su máxima expresión.

¿Por qué es importante tomar decisiones?

No es fácil pero es necesario. Desde las cosas más triviales hasta las más complejas requieren de nuestra acción. Ya habíamos hablado que los seres humanos están diseñados para cambiar, para ser dinámicos; permanecer en una línea invariable sólo nos trae monotonía y nos priva de aprender. En cada decisión que tomamos hay un riesgo y por consiguiente un premio. Es cómo ese sobre sellado que le ofrecen al concursante al final del programa con la opción de doblar su botín o perderlo todo. El que no se arriesga jamás va a tener todo lo que quiere.

Hace unos días hablaba de este tema con alguien y no lográbamos ponernos de acuerdo en un punto importante: Saber que quiero no es lo mismo que decidir lo que quiero hacer.

Para poder tomar una decisión hay que saber lo que se quiere, de acuerdo, ese es el primer paso. Pero una vez decidido este punto, tomar la decisión depende de factores adicionales; para que se dé un proceso de toma de decisión debe existir un reto, una confrontación, un análisis, de lo contrario es piloto automático. Entonces, son dos estados diferentes: Definir qué quiero hacer y decidirme a hacerlo. El primero implica un proceso interno, el segundo está afectado por factores externos.

Por ejemplo: ir al baño es piloto automático. Ir al baño en medio de un concierto de cien mil personas es otra cosa. !Definitivamente quiero ir, pero lo pienso!

Finalmente…

Podemos dejar que la vida decida por nosotros o que los demás lo hagan; podemos dejar que el tiempo pase y las cosas sigan su curso, podemos permanecer inmutables, podemos hacer todo esto porque el responsable será el destino, alguien más, el tiempo, cualquiera menos nosotros. Claro que es difícil, en cada decisión afectamos nuestra vida y la de los demás y algunas de ellas no tienen vuelta atrás, algunas son tan complejas y otras ni siquiera dependen totalmente de nosotros.

No tengo una receta y ni siquiera tengo un buen consejo; yo mismo me debato diariamente en el proceso de decidir y es porque la vida nos plantea de manera específica retos que sólo nosotros podemos afrontar, hay acertijos sin solución y decisiones que jamás se toman y es parte de aprender, de vivir. Lo que es cierto es que las decisiones que no tomamos hoy se presentan de nuevo más adelante para confrontarnos.

Quizás lo único que puedo decir es que respetemos nuestros sentimientos, que no nos traicionemos, la vida es corta y aunque la espera sea relativa, lo mejor siempre será actuar.

Volviendo a los restaurantes, una vez encontremos lo que nos gusta tengamos lista la orden:

¡Alto late, 120, leche entera, sin azúcar, con un poco de canela por favor!

Todo lo mejor

Luis

Bibliografía y lectura recomendada:

https://psicologiaymente.net/psicologia/por-que-cuesta-tanto-tomar-decisiones#!

!Celebrar la vida!

Celebrar la vida.

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Hace poco tuve la oportunidad de escuchar unas palabras con un mensaje simple pero poderoso, quizás porque en lo simple habita la belleza, porque aquel que es capaz de pasar su mensaje libre de ambigüedades logra tocar nuestras fibras y en este caso, el mensaje era fundamental, sencillo pero muy importante.

Se trataba de recordar a alguien que no está más con nosotros, pero en lugar de recordar la muerte, el propósito fue celebrar la vida y las palabras que precedieron la ceremonia estaban cargadas de una verdad tan evidente, que al oírlas se hacía obvio lo que había que hacer, nos sorprendía la claridad pero más lo hacía el hecho de que estábamos entendiendo que  la mayoría de nosotros pasamos nuestras vidas preocupados por cosas sin importancia y nos olvidamos de vivir; nos creamos problemas y angustias y se nos pasa el tiempo tratando de resolverlos, estábamos escuchando algo que ya sabemos pero que no por ser obvio sea algo que pongamos en práctica.

Quiero compartir algunos apartes del mensaje:

¨… Porque es un privilegio tener vida, y no la desperdiciemos preocupándonos, entristeciéndonos, enojados, no la desperdiciemos, la vida es muy corta. Si mañana morimos, ¿qué huella vamos a dejar? Personalmente, lo que yo recuerdo de mi mamá son sus abrazos, sus sonrisas, las noches que pasamos picando todo cuando hacíamos algún almuerzo … son esas cositas que uno recuerda, son los abrazos, son las sonrisas, son los momentos bonitos. Uno no recuerda la ropa, no recuerda las casas, uno no recuerda nada (de eso), si a Uds. Ya a todos se les murió alguien yo creo que me dan la razón; lo que uno recuerda son los momentos verdaderos, es el amor compartido, son las sonrisas.

Entonces, pienso que… aprovechemos que tenemos el privilegio de vivir para disfrutar la vida, aquí vinimos a ser felices, estoy seguro que el dios que tenemos, el creador de tanta sabiduría  no nos trajo a este mundo a sufrir; ¡entonces si podemos! Si podemos ser felices independiente (mente) de nuestras circunstancias, estoy completamente segura.

¿Quién dijo que uno tiene que solucionar todos sus problemas para ser feliz? ¡No! Podemos ser felices con todos los problemas que tengamos, pero no es fácil, hay que trabajar. Entonces, mi invitación es a que…aprovechemos esta vida, a que… sí toca duro, pero sí se puede salir de tristezas, depresiones, preocupaciones y disfrutar, admiremos la belleza, conectemos con lo que sí tenemos… Entonces, esa es la invitación que les hago hoy, los quiero mucho y gracias por venir.¨

Los aplausos irrumpieron callando una guitarra que tímida acompañaba de fondo las palabras y todos de alguna manera asintieron dentro de sí mismos.

Mi reflexión, lo que me queda muy dentro es que la vida es corta y nuestra única tarea debe ser vivir, disfrutar de los que nos rodean, aprovecharlos al máximo, no dejar de decirles que los amamos, no dejar de abrazarlos, no esperar al después porque quizás nunca llegue. No hay que dejar los reconocimientos ni los besos para cuando la muerte llega porque entonces ya no tendrán sentido, se volverán monumentos huecos al recuerdo; es mejor cultivar memorias, nutrirse de esos momentos valiosos que nacen en abrazos interminables, en miradas a los ojos sin hablar, en apretones de mano que gritan sin palabras lo que sentimos. Usen cada segundo para celebrar la vida, cada respiración para sentir y hacer sentir a la gente que amas, justamente eso: que los amas. No te quedes con nada, no te guardes, sal a darlo todo, el riesgo es vivir y a eso vinimos.

¿Cómo celebran la vida?

Todo lo mejor y celebren la vida.

Luis

Época de cierres y resoluciones.

El reloj parece acelerar su paso en un vertiginoso recorrido hacia el fin de año; Los balances, las memorias, los asuntos pendientes se agolpan en nuestra mente tratando de ponerse al día en una sesión extraordinaria justo antes de trazar las nuevas metas. Está en nuestra naturaleza: el cambio es inherente a nuestra esencia, nuestra mente está preparada para él y las últimas horas del calendario sugieren una oportunidad apropiada para hacerlo.  Si bien es cierto que   ¨cualquier día puede representar un nuevo ciclo mientras haya un propósito de cambio¨ -cómo escribiría acertadamente  alguien muy cercano a mí hace unos días- la atmosfera cargada de nostalgia y necesidad de cierres que viene con el final de Diciembre nos predispone e incita a ello.

Para mí 2016 fue un año valioso, definitivo y lleno de altibajos; en mi trabajo expuse mi cuerpo y mi mente a niveles de presión que nunca antes enfrenté, físicamente soporté el cansancio de viajes pesados e interminables y mentalmente viajé en una montaña rusa frenética en la que tuve que ponerme a prueba una y otra vez. Con esta combinación de factores dejé de hacer algunas cosas que son vitales en mi vida diaria como  correr en las mañanas; eso le quitó ese espacio a mi mente que usa para purgarse de los demonios y tirar sus cables a tierra. Sin embargo fue valioso, tomé decisiones importantes y con ellas renové sueños y catalicé la persecución de una de mis pasiones dejadas de lado por mucho tiempo.

Fue un año en el que no cumplí lo que me prometí a mí mismo y en el que quedaron temas pendientes, sobre todo en la parte emocional; son temas sobre los cuales mi mente aún delibera sin llegar a una conclusión; fue un año de trabajo arduo en todo sentido. Procuré llenarme de experiencias, viví de cerca emociones que me apasionan en su máxima expresión, llevé mi mente a fronteras inexploradas, me alimenté con meditaciones profundas rodeado de árboles centenarios y me quedó espacio para encontrarme con la ciudad donde nací, tarea que me debía desde hace mucho tiempo.

A un par de días de cerrar este año y empezar uno nuevo, también es momento de hacer planes, de plantearse objetivos. Trazarse objetivos es vital porque ellos le dan el norte a nuestra mente, nos ayudan a priorizar, a enfocar esfuerzos y a definir nuestras acciones. Sin una estrategia apropiada nos dedicamos a divagar por el tiempo, a navegar en alta mar sin tener claro si sólo viajamos en círculos.

Para hacerlo el primer paso es definir qué queremos, esto es el qué. Se trata de bosquejar una visión general de nuestras prioridades: cuidar mi salud, mejorar mis finanzas, cambiar de trabajo o consolidar un proyecto, son algunos ejemplos de cosas que queremos, vistas desde los treinta mil pies de altura. Después debemos definir una estrategia, esto es el cómo. Cada acción que definamos más adelante deberá estar alineada con nuestra estrategia, cada paso que demos deberá responder a un principio superior de manera que aún sin pensarlo demasiado,  estemos en cada meta lograda acercándonos más a nuestros objetivos.

El paso final es justamente definir las acciones; estas deben ser específicas delimitadas en tiempo y deben tener un propósito claro. Con cada acción se sube un escalón y con cada piso escalado nos acercamos más a nuestro objetivo y con ellos a la meta final. Como Eckermann escribió hace unos años: ¨que cada paso sea una meta sin que deje de ser un paso¨.

Mis objetivos ya están definidos, y si aún no tienen los suyos todavía tienen tiempo de trabajar en ellos. No hay nada pequeño o muy grande que no pueda ir en la lista y lo mejor es que van a ver que la mente trabaja de manera integral y que en el proceso de cumplir sus metas, todo se alinea para que lo logren, cada célula del cuerpo se avoca al objetivo común y hasta los demás se unirán en la carrera por hacer que lo consigan.

Quiero compartir con Uds. Una pequeña historia personal sobre objetivos y resoluciones. Hace seis años empecé a correr y hace cuatro decidí hacer mi primera media maratón, un reto importante para alguien que encontraba inmensamente aburrido pasar siquiera quince minutos de su vida corriendo, sin contar el exceso de peso. Durante cuatro meses me preparé cada día encontrándome con mi despertador cuando el sol aún no salía, con lluvia, sol o viento nunca falté a una práctica, quité algunas cosas inservibles de mi dieta, reduje mis salidas de fin de semana y brindé menos con Malbec. Al comienzo la cama parecía no querer dejar que me pusiera de pie y una vez arriba, mi propia mente me jugaba sucio para que no fuera, para que descansara un poco más, para que me diera un tiempo libre. Sin embargo a medida que pasaban los días y mi propia mente creaba hábitos, se hacía más fácil levantarme, vestirme y empezar a correr: se hacía parte de mi rutina, ¡divertido! Esa es la belleza de los hábitos. El día de la carrera llegó y yo estaba listo, tenía el estómago revuelto y el temblor en las piernas del que sabe lo que le espera, pero tenía la determinación mental forjada por días de trabajo duro en mi voluntad. Dos horas más tarde, con un grito que saliera del propio centro de mi cuerpo, crucé la meta después de algo más de veintiún kilómetros. Exhausto, satisfecho pero vencedor de mis propios temores.

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Para mí fue una experiencia enriquecedora. Me permitió reforzar mi confianza y aprender que todo es posible. Por eso trazarse objetivos es crucial, algunos de ellos podrán atemorizarte pero eso no implica que no debamos hacerlo. Lo importante es seguir evolucionando, creciendo, arreglando lo que haga falta y haciendo mejores versiones de nosotros mismos. Justamente hace poco leí varios mensajes de algunos de Uds. Que decían que la acción cura el miedo o que si tenemos temor de hacer algo, lo hiciéramos temerosos pero igual lo hiciéramos. Me pareció importante compartirlos porque lo peor que puede pasarnos es quedarnos estáticos; no nacimos para eso, nuestra mente está hecha para mudar, para crecer, para mejorar.

No importa si el cambio nos intriga y nos intimida, la adrenalina viene justamente de las alarmas del cuerpo, no importa si el reto se ve monumental, en pequeños objetivos cualquier meta es virtualmente alcanzable. Así que anímense, escriban sus resoluciones, compártanlas, evalúen cada tanto su progreso y tomen acción, pero actúen. Estructuren sus deseos, la mente hará el resto.

Espero que hayan tenido un maravilloso 2016 y que en el próximo año se den a sí mismos y a los que aman, ¡todo lo mejor!

Luis